viernes, 21 de febrero de 2014

Mentira número 137: Nada

Quizás la delgada línea que me separa del abismo sea preguntarme en qué preciso instante todo comenzó a cambiar. A torcerse, a serpentear, diría yo, a agrietarse. En qué momento la inocencia abrió los ojos, o los cerró para siempre.
No me atrevo a saltar. No es miedo, es que el ala sigue rota. Es que no quiero estamparme contra el suelo hoy, que tengo al viento a mi favor.
Cada día se me clava un "no espero que me entedáis" en el costado, pero ya llegarán los anocheceres infinitos y las noches repletas de velas.