Me aburre la primavera, me aburren las mañanas y me aburre el café. Me aburre no tener absolutamente nada por lo que jugarme la vida, como diría Escandar. Ah, y me aburre este montón de mierda que me sale de los dedos. Luego tengo los huevos de decir que escribo. Hasta las mentiras me aburren. Hasta el deseo, hasta la masturbación, hasta el amor. Sobre todo el amor. Me aburre todo lo que creo conocer, todo lo que me rodea y ya me ha tocado, todo lo que está dentro de mi zona de confort.
Me aburre guardar la compostura, seguir el hilo, sonreír, quejarme. Me aburre tener que acatar un protocolo que no entiendo, que no me gusta, que no me queda bien. Me aburren los sujetadores, el metro, los espejos. Me autoaburro, me retroaburro, me neoaburro, me metoaburro.
Y el aburrimiento lleva al cansancio, y el cansancio a la desidia y la desidia a la indolencia pero nunca del todo, y qué ganas tengo de salir de aquí, y cómo te deseo, y qué guapa estás hoy, y qué buen día, y cuántas cosas que hacer, y qué canción más bonita, y qué ataque de risa más tonto, y cuánta tristeza, y tú quién eres.
Tengo tantas ganas de acabar con todo esto que el día que todo esto se acabe, todas esas ganas no van a servirme de nada. Y entonces sonreiré como sonríe el malo de la película antes de que le peguen un tiro en la frente.
Pero qué mas da, si todo va a estar bien.
Porque todo va a estar bien, ¿verdad?
¿verdad?
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