nadie me dijo que esto iba de sentirse así. por qué nadie me avisó
nadie me avisó del recuerdo constante obsesivo que araña y araña
nadie me avisó de que todas las convicciones que tanto esfuerzo me había costado demostrarme se iban a tambalear
que iba a entender a los románticos
a los desesperados
a los drogadictos
a los suicidas
por qué coño nadie me dijo que aquello de lo que tanto me reí
aquello que tanto negué que tanto desacredité desmentí rechacé
iba a golpearme en las costillas y se iba a levantar conmigo por las mañanas en la cama
es tan injusto, yo no he peleado para esto
no son años y años de búsqueda para dar con la mejor gestión de lo adictivo de lo desequilibrado
como para que ahora llegues tú
con tu cara
con tu puta piel indestructible
con tus manos en mi coño
con tu mirada de niña y tu voz de anciana
con tus putas canciones
tus putas
canciones
y me hagas sentirme así
y me hagas llorar en los bares
y me hagas entender a los románticos los desesperados los drogadictos los suicidas
y me hagas escribir estas cosas que en el fondo ni pienso
pero que en la piel me arden
me arden
mientras tú escatimas en palabras
mientras tú sigues con tu vida tan tuya
tan por encima de todo tan hundida en la tierra
y vienes de vez en cuando a mirarme sabiendo que me ahogo
y me dices "duerme en mi casa" para que me ahogue aún más
porque sabes que así no me llega la sangre al cerebro y voy a pensar con las entrañas
y voy a ir, de cabeza, a tu casa
a follar como no me han follado nunca
a mirarte dormir
a escucharte respirar
a morirme de la rabia cuando te abrazo
a callarme todo lo que me callo sólo pa que no separes tu cadera de la mía
y me hundo
como te hundes hacia el fondo en una piscina mientras sueltas todo el aire que te queda
siendo consciente pero perdiendo el control
si el amor no duele dime por qué coño lo único que puedo identificar que siento hacia ti es amor
mientras lo único que puedo identificar que siento hacia mí es daño
"muchachas con el rostro hacia las nubes para que el chaparrón borre por fin las lágrimas" -M. Benedetti
sábado, 7 de septiembre de 2019
domingo, 1 de septiembre de 2019
Mentira número 169: lavarse la cara es un ritual
es curioso cómo nos miramos cuando nos miramos al espejo por la noche, lavándonos los dientes antes de irnos a dormir
es curiosa esa mirada distinta a las demás, como alguien que mira algo que se sabe de memoria pero que ha de mirar de nuevo buscando algo diferente, con el cansancio en las pupilas y la calma de observar lo conocido, de cerciorarse de que tu piel sigue ahí después de todo el día
esa especie de mirada fuera pero hacia uno mismo que deja al descubierto las cosas que obviamos, que enterramos, que hacemos como que no pesan
pero en ese momento, a las doce menos cuarto de la noche, cuando te miras al espejo el uno de septiembre del primer año en el que septiembre ya no es septiembre, en el que no habrá que madrugar cada día a la misma hora, en el que la seguridad de la rutina se va a cambiar por otra rutina llena de todo pero vacía de seguridad; cuando te miras al espejo mientras te secas la cara y ves las marcas que hay en ella, y en tus ojos, y los restos de sol en tu pecho
algo se encoje entre los pulmones
y pincha una especie de sensación de que realmente nada se parece a lo de antes
y una especie de vértigo y una especie de pereza
y especies distintas también de tristeza, deseo, miedo
y aunque esa mirada al espejo de antes de irse a la cama se repite todos los días
de repente un día sientes de golpe que has envejecido un poco
y no queda otra que sostener esa mirada
con la certeza tenue de que lo estás haciendo bien
con la sensación genuina de que en realidad nada es tan importante
y que lo realmente importante esta ahí
en esa mirada que te sostienes a ti mismo
con vértigo, sí
tristeza deseo miedo pereza vejez
pero con verdad
es curiosa esa mirada distinta a las demás, como alguien que mira algo que se sabe de memoria pero que ha de mirar de nuevo buscando algo diferente, con el cansancio en las pupilas y la calma de observar lo conocido, de cerciorarse de que tu piel sigue ahí después de todo el día
esa especie de mirada fuera pero hacia uno mismo que deja al descubierto las cosas que obviamos, que enterramos, que hacemos como que no pesan
pero en ese momento, a las doce menos cuarto de la noche, cuando te miras al espejo el uno de septiembre del primer año en el que septiembre ya no es septiembre, en el que no habrá que madrugar cada día a la misma hora, en el que la seguridad de la rutina se va a cambiar por otra rutina llena de todo pero vacía de seguridad; cuando te miras al espejo mientras te secas la cara y ves las marcas que hay en ella, y en tus ojos, y los restos de sol en tu pecho
algo se encoje entre los pulmones
y pincha una especie de sensación de que realmente nada se parece a lo de antes
y una especie de vértigo y una especie de pereza
y especies distintas también de tristeza, deseo, miedo
y aunque esa mirada al espejo de antes de irse a la cama se repite todos los días
de repente un día sientes de golpe que has envejecido un poco
y no queda otra que sostener esa mirada
con la certeza tenue de que lo estás haciendo bien
con la sensación genuina de que en realidad nada es tan importante
y que lo realmente importante esta ahí
en esa mirada que te sostienes a ti mismo
con vértigo, sí
tristeza deseo miedo pereza vejez
pero con verdad
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