martes, 2 de mayo de 2017

Mentira número 164: En Madrid nunca hay silencio

De pronto vuelve esa sensación como un oleaje inmenso, vuelve esa amargura injusta, invertebrada, que me recorre las piernas y la espada y se me agarra al estómago, y respirar escuece otra vez y el sol sólo quema y el aire sólo es polvo y sólo me apetece perderme entre las sábanas como quien se pierde en el desierto y deshacerme como se deshacen las aspirinas en el agua y morirme, sí, incluso morirme aunque sea un rato y me pesan las manos me pesan y ojalá vivir, como dice Luci, en una canción de Club del río y elevarme como el polen y romperme como se rompe la piel en un orgasmo y agrietarme como el suelo en sequía y os juro, os juro que vuelve esa tristeza sin avisar que me recorre las venas las arterias los capilares las vías respiratorias las pupilas y todo se tambalea otra vez y yo me mareo, me mareo y me quiero ir me quiero ir me quiero
ir me
quiero ir me
quiero ir
me quiero ir
me quiero
ir me
quiero ir
me
quiero
ir
me

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