jueves, 18 de julio de 2013

Mentira número 89: Y mientras tanto, en el mundo de los seres amarillos...

Tantas cosas que escribir ahora. Tantos sentimientos acumulados, la mayoría buenos, extraño, por cierto. Hacía tiempo que no me sentía así. Tanto que apenas lo recuerdo.
Y de todas las palabras que necesito escribir ahora, hay una que sale a flote sobre todas las demás.
Gracias.
A veces, cuando pido algo o doy gracias, no tengo muy claro a quién. Quizás a mis pájaros, quizás... a la vida. Hoy sí tengo claro a quién tengo que dar las gracias.
Podría escribir mil renglones explicando qué clase de gracias son estas, o que no son las típicas -tópicas- gracias. Podría, pero ella entiende. Ella entiende mi mirada, y el cauce que siguen mis lágrimas cada vez que lloro. Ella entiende mi cielo, y cómo me rompí el ala. Y ella viene, y no dice ninguna palabra pero se coloca a mi lado y vuela conmigo, y su ala buena reemplaza mi ala mala, y mi ala buena ayuda a su ala mala, y de repente somos dos pájaros heridos volando por un cielo gris de monigotes grises que no entienden qué pasa. Pero ella y yo sí. Sabemos qué pasa, dentro de nosotras, aunque no tenemos ni idea sabemos bien cuál es el ala que nos falla. Somos dos monigotes rosas -No, amarillos. Eso, amarillos- que no encajan, ni quieren encajar. Tenemos algo tan grande dentro que sólo nosotras sabemos cómo duele, y sólo nosotras conocemos la sensación de absoluta libertad -entre cadenas- y esa felizmente triste.
Y qué si ellos no entienden qué pasa en nuestro pecho, y qué, si sólo nosotras somos felices -efíeramente felices-, y qué si pensamos arte.
Y qué,
si tengo aquí, volando conmigo,
al pájaro más bonito del mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario