Y ahora, me voy. Tiempo para mí, soledad, libros, y naturaleza. Y qué más pedir, si no necesito nada. Sí mi labor aquí ha terminado ya -por fin-, y me puedo ir con la mirada puesta en el cielo y sabiendo que lo di todo, y que al final, haberme partido el ala, mereció la pena.
Estoy a salvo.
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