sábado, 11 de enero de 2014

Mentira número 135: Enero trae sol

La tristeza también sabe huir. Aprendí a dejar de sentirme culpable el día que la culpa me escribió en la tripa "ya te he perdonado". Enero trae sol(edad). Trae calma y esa voz de timbre afilado que me acompaña como no supieron hacerlo ninguna de aquellas muecas artificiales y fingidas. Mi propósito para el nuevo abismo es dejar de fingir. Y aunque me tachéis de asesina, he de informaros que fingir también se cobra unas cuantas vidas. Si no preguntádselo a mis pájaros.
Pero sonrío. Sonrío por las amistades descosidas, por los corazones rotos, por los polvos por compromiso. Sonrío porque me lo pide el cuerpo. A gritos. A grietas. Por donde la luz se cuela y me acaricia, y cada fotograma arenoso lleva el aroma de la canción más bonita del mundo. Tampoco pretendo que lo entendáis.
Cómo me gustaría llevar la vida con etiquetas. Y en vez de eso, tengo aquí una maraña de recuerdos, y caras y lugares, que ya no me cabe por la garganta. A veces la forma más sencilla de volar es librándose del peso del hielo en los ojos. De las piedras en el riñón de tanto brindar por los errores.
"Ya te he perdonado".
Y así es cómo me siento. Perdonada. Perdonándole al invierno su bestialidad, al miedo sus cagadas, al poco sus muchas noches sin ser. Enero trae sol. Pero sonrío.

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