Necesito que te vayas.
Necesito que te vayas.
Por favor.
Necesito
de verdad
necesito
que te vayas.
Necesito que entiendas que fuiste más de lo que me cabe aquí dentro. Necesito que comprendas que me desgarraste todo el corazón, entero, que aquellos jirones ahora son los dedos con los que escribo que, desde lo más hondo de mi alma, necesito que te vayas. Necesito que me dejes avanzar y no soporto que te plantes otra vez enfrente de mis ojos a interpretar ese odioso papel. Tú bajaste el telón y yo me quedé a oscuras en el escenario, pero salí corriendo, entre bambalinas me tropecé una y mil veces con las ruinas del atrezo mojado de una mala tragicomedia de amor-odio con tira y afloja. Y salí del infierno de tus ojos, y ahora vuelves a mirarme como el que mira la peor obra de la historia desde la última fila del anfiteatro. Pero yo necesito que te vayas. Porque no soporto un dardo más, ahora que estaba consiguiendo borrar la diana que pintaste en mi corazón con el negro de tu pelo. No eres tú, es lo que has hecho de mí. Es en lo que me has convertido. No es que me rompieras el corazón, es que afilaste cada pedazo y ahora a ver quién es el valiente que se atreve a rozarlo siquiera.
Tú y tu facilidad para negativizar las fotografías en positivo, esas que saqué en tu cama mientras te miraba por dentro. Tú y esa infernal habilidad que tienes de hacer que tirite del frío hielo que arrojas cada vez sobre mi cabeza. Tú y la ruina que siempre traes de la mano. Tú y una sola plegaria con tu nombre, una sola petición, un solo anhelo.
déjame respirar
No hay comentarios:
Publicar un comentario