No sé amar si no es con todas las costillas que tengo.
Y espero, siempre que me ponga triste, hacerlo así, con todo el cuerpo y toda mi vida.
No sé no decir que quiero lo que quiero, a quien quiero, y mucho menos sé disimularlo.
No sé "dejarlo pasar", "no pensarlo tanto", "estar tranquila". No sé estar tranquila. No quiero estar tranquila.
Si lo estuviera no habría una bandada de jilgueros en mi garganta, ni una manada de lobos en mi estómago. Si lo estuviera no podría mirar a los ojos con esta verdad que es tan don como tormento.
No sé no tener prisa, ni pelear con armas de fuego en vez de con las uñas y los dientes. No sé no mirarme al espejo cada vez que paso en frente de uno, como mira un niño su reflejo por primera vez. No sé pensar sin morderme los dedos y los labios, no sé llegar a mi hora, no sé correr si me lo piden. No sé parar si lo pretenden. No sé crear un orden, y mucho menos mantenerlo.
A veces no sé tener, guardar. Sobre todo paciencia en lo primero, y calma en lo segundo. No sé tapar el cristal que tengo en el pecho para crear misterio (y a veces me encantaría, dios mío, tanto).
Y claro que me pesa todo lo que no sé. Tanto que de vez en cuando se me hunden las plantas en la tierra y no puedo moverme, y el viento me escuece y el cielo se me desploma sobre los omóplatos. Tanto que a veces se me olvida respirar, y dejo de querer ser bella, buena, fuerte, inteligente, poderosa.
Supongo que todo esto va de saber qué es todo lo que no sabes. Y de a veces, no tener que ser bella, buena, fuerte, inteligente, poderosa.
Y ser sólo el viento.
"muchachas con el rostro hacia las nubes para que el chaparrón borre por fin las lágrimas" -M. Benedetti
martes, 17 de diciembre de 2019
sábado, 7 de septiembre de 2019
mentira número 170: el vómito matinal
nadie me dijo que esto iba de sentirse así. por qué nadie me avisó
nadie me avisó del recuerdo constante obsesivo que araña y araña
nadie me avisó de que todas las convicciones que tanto esfuerzo me había costado demostrarme se iban a tambalear
que iba a entender a los románticos
a los desesperados
a los drogadictos
a los suicidas
por qué coño nadie me dijo que aquello de lo que tanto me reí
aquello que tanto negué que tanto desacredité desmentí rechacé
iba a golpearme en las costillas y se iba a levantar conmigo por las mañanas en la cama
es tan injusto, yo no he peleado para esto
no son años y años de búsqueda para dar con la mejor gestión de lo adictivo de lo desequilibrado
como para que ahora llegues tú
con tu cara
con tu puta piel indestructible
con tus manos en mi coño
con tu mirada de niña y tu voz de anciana
con tus putas canciones
tus putas
canciones
y me hagas sentirme así
y me hagas llorar en los bares
y me hagas entender a los románticos los desesperados los drogadictos los suicidas
y me hagas escribir estas cosas que en el fondo ni pienso
pero que en la piel me arden
me arden
mientras tú escatimas en palabras
mientras tú sigues con tu vida tan tuya
tan por encima de todo tan hundida en la tierra
y vienes de vez en cuando a mirarme sabiendo que me ahogo
y me dices "duerme en mi casa" para que me ahogue aún más
porque sabes que así no me llega la sangre al cerebro y voy a pensar con las entrañas
y voy a ir, de cabeza, a tu casa
a follar como no me han follado nunca
a mirarte dormir
a escucharte respirar
a morirme de la rabia cuando te abrazo
a callarme todo lo que me callo sólo pa que no separes tu cadera de la mía
y me hundo
como te hundes hacia el fondo en una piscina mientras sueltas todo el aire que te queda
siendo consciente pero perdiendo el control
si el amor no duele dime por qué coño lo único que puedo identificar que siento hacia ti es amor
mientras lo único que puedo identificar que siento hacia mí es daño
nadie me avisó del recuerdo constante obsesivo que araña y araña
nadie me avisó de que todas las convicciones que tanto esfuerzo me había costado demostrarme se iban a tambalear
que iba a entender a los románticos
a los desesperados
a los drogadictos
a los suicidas
por qué coño nadie me dijo que aquello de lo que tanto me reí
aquello que tanto negué que tanto desacredité desmentí rechacé
iba a golpearme en las costillas y se iba a levantar conmigo por las mañanas en la cama
es tan injusto, yo no he peleado para esto
no son años y años de búsqueda para dar con la mejor gestión de lo adictivo de lo desequilibrado
como para que ahora llegues tú
con tu cara
con tu puta piel indestructible
con tus manos en mi coño
con tu mirada de niña y tu voz de anciana
con tus putas canciones
tus putas
canciones
y me hagas sentirme así
y me hagas llorar en los bares
y me hagas entender a los románticos los desesperados los drogadictos los suicidas
y me hagas escribir estas cosas que en el fondo ni pienso
pero que en la piel me arden
me arden
mientras tú escatimas en palabras
mientras tú sigues con tu vida tan tuya
tan por encima de todo tan hundida en la tierra
y vienes de vez en cuando a mirarme sabiendo que me ahogo
y me dices "duerme en mi casa" para que me ahogue aún más
porque sabes que así no me llega la sangre al cerebro y voy a pensar con las entrañas
y voy a ir, de cabeza, a tu casa
a follar como no me han follado nunca
a mirarte dormir
a escucharte respirar
a morirme de la rabia cuando te abrazo
a callarme todo lo que me callo sólo pa que no separes tu cadera de la mía
y me hundo
como te hundes hacia el fondo en una piscina mientras sueltas todo el aire que te queda
siendo consciente pero perdiendo el control
si el amor no duele dime por qué coño lo único que puedo identificar que siento hacia ti es amor
mientras lo único que puedo identificar que siento hacia mí es daño
domingo, 1 de septiembre de 2019
Mentira número 169: lavarse la cara es un ritual
es curioso cómo nos miramos cuando nos miramos al espejo por la noche, lavándonos los dientes antes de irnos a dormir
es curiosa esa mirada distinta a las demás, como alguien que mira algo que se sabe de memoria pero que ha de mirar de nuevo buscando algo diferente, con el cansancio en las pupilas y la calma de observar lo conocido, de cerciorarse de que tu piel sigue ahí después de todo el día
esa especie de mirada fuera pero hacia uno mismo que deja al descubierto las cosas que obviamos, que enterramos, que hacemos como que no pesan
pero en ese momento, a las doce menos cuarto de la noche, cuando te miras al espejo el uno de septiembre del primer año en el que septiembre ya no es septiembre, en el que no habrá que madrugar cada día a la misma hora, en el que la seguridad de la rutina se va a cambiar por otra rutina llena de todo pero vacía de seguridad; cuando te miras al espejo mientras te secas la cara y ves las marcas que hay en ella, y en tus ojos, y los restos de sol en tu pecho
algo se encoje entre los pulmones
y pincha una especie de sensación de que realmente nada se parece a lo de antes
y una especie de vértigo y una especie de pereza
y especies distintas también de tristeza, deseo, miedo
y aunque esa mirada al espejo de antes de irse a la cama se repite todos los días
de repente un día sientes de golpe que has envejecido un poco
y no queda otra que sostener esa mirada
con la certeza tenue de que lo estás haciendo bien
con la sensación genuina de que en realidad nada es tan importante
y que lo realmente importante esta ahí
en esa mirada que te sostienes a ti mismo
con vértigo, sí
tristeza deseo miedo pereza vejez
pero con verdad
es curiosa esa mirada distinta a las demás, como alguien que mira algo que se sabe de memoria pero que ha de mirar de nuevo buscando algo diferente, con el cansancio en las pupilas y la calma de observar lo conocido, de cerciorarse de que tu piel sigue ahí después de todo el día
esa especie de mirada fuera pero hacia uno mismo que deja al descubierto las cosas que obviamos, que enterramos, que hacemos como que no pesan
pero en ese momento, a las doce menos cuarto de la noche, cuando te miras al espejo el uno de septiembre del primer año en el que septiembre ya no es septiembre, en el que no habrá que madrugar cada día a la misma hora, en el que la seguridad de la rutina se va a cambiar por otra rutina llena de todo pero vacía de seguridad; cuando te miras al espejo mientras te secas la cara y ves las marcas que hay en ella, y en tus ojos, y los restos de sol en tu pecho
algo se encoje entre los pulmones
y pincha una especie de sensación de que realmente nada se parece a lo de antes
y una especie de vértigo y una especie de pereza
y especies distintas también de tristeza, deseo, miedo
y aunque esa mirada al espejo de antes de irse a la cama se repite todos los días
de repente un día sientes de golpe que has envejecido un poco
y no queda otra que sostener esa mirada
con la certeza tenue de que lo estás haciendo bien
con la sensación genuina de que en realidad nada es tan importante
y que lo realmente importante esta ahí
en esa mirada que te sostienes a ti mismo
con vértigo, sí
tristeza deseo miedo pereza vejez
pero con verdad
lunes, 26 de agosto de 2019
Mentira número 168: no sé
me encuentro frente a una bola de fuego y tierra revuelta, pequeñita e incapaz ante un mundo inmenso que se mueve rápido
en el que ocurren cosas que no entiendo
y siento otras cosas que tampoco entiendo y que además no elegí sentir
cosas que hacen que me sienta indefensa y torpe
el orgullo y la rabia me salvan de arrastrarme por el suelo pero a veces me apetece decir en alto que estoy acojonada
que mirar al mundo me duele en el centro del esternón, en la boca del estómago, en la planta de los pies, dentro de las pupilas
que todo lo que me está pasando está clavándoseme y que a la vez mis piernas corren y yo me paralizo
no quiero ser de las que se quedaron atrás
tengo un miedo infinito a no vivir todo lo que existe
a marchitarme y a llenarme de polvo
a que enamorarme de ti me duela (más de lo que ya lo hace)
a que nadie me recuerde jamás
pero sigo corriendo
las tormentas de verano son los altos del camino que recorremos los que huimos cuando llega el estío por no enfrentarnos a nuestras cabezas
en el que ocurren cosas que no entiendo
y siento otras cosas que tampoco entiendo y que además no elegí sentir
cosas que hacen que me sienta indefensa y torpe
el orgullo y la rabia me salvan de arrastrarme por el suelo pero a veces me apetece decir en alto que estoy acojonada
que mirar al mundo me duele en el centro del esternón, en la boca del estómago, en la planta de los pies, dentro de las pupilas
que todo lo que me está pasando está clavándoseme y que a la vez mis piernas corren y yo me paralizo
no quiero ser de las que se quedaron atrás
tengo un miedo infinito a no vivir todo lo que existe
a marchitarme y a llenarme de polvo
a que enamorarme de ti me duela (más de lo que ya lo hace)
a que nadie me recuerde jamás
pero sigo corriendo
las tormentas de verano son los altos del camino que recorremos los que huimos cuando llega el estío por no enfrentarnos a nuestras cabezas
martes, 6 de agosto de 2019
Mentira número 167: hemos cambiado
recuerdo hace años cuando en verano no podía dormir y ahora ni siquiera lo intento
también recuerdo que creía firmemente que jamás cambiaría mi manera de escribir y ahora uso las minúsculas
recuerdo que encendía velas a pesar del calor y me ponía For Emma, forever ago por enésima vez
a veces vivo el presente como si fuera un recuerdo
y siento un dolor que no es mío sino que lo será
un dolor que pertenece a la que seré dentro de un tiempo
y a veces quiero que pasen los meses y tú me hayas roto el corazón ya y yo ya lo haya superado
a veces me molesta sentir la tristeza de una ausencia que aún no ha sucedido
de alguien que acaba de llegar
pero es que me da tanto miedo y estoy tan segura de que al final va a suceder
te miro a los ojos cuando follamos y casi ya puedo ver cómo te vas
a pesar de que tengas tu piel pegada a la mía
y me susurres "eres preciosa"
alguna vez me has dicho que te miro con tristeza
cariño, tienes razón
mi alma viaja en el tiempo y me mira desde un futuro en el que tú ya no estás
y yo les cuento a los demás que mi primer amor un día me miró a los ojos y me dijo "yo no te quiero"
y a mí se me agrieta un poco el pecho pero tú no lo ves, cariño, en tu infinita inteligencia y en todo lo especial que te sabes
tú no me ves
me miras pero no me ves
y yo miro tus fotos y te veo
y te miro cuando no lo sabes y te veo
y te escucho cuando no hablas para nadie y te veo
y vuelvo a viajar en el tiempo
y en ese viaje me hago heridas otra vez
pero vivo así, niña, vivo así y estoy bien
en el fondo no te necesito
y no pasará nada cuando me rompas el corazón no será pa tanto
no será pa tanto
también recuerdo que creía firmemente que jamás cambiaría mi manera de escribir y ahora uso las minúsculas
recuerdo que encendía velas a pesar del calor y me ponía For Emma, forever ago por enésima vez
a veces vivo el presente como si fuera un recuerdo
y siento un dolor que no es mío sino que lo será
un dolor que pertenece a la que seré dentro de un tiempo
y a veces quiero que pasen los meses y tú me hayas roto el corazón ya y yo ya lo haya superado
a veces me molesta sentir la tristeza de una ausencia que aún no ha sucedido
de alguien que acaba de llegar
pero es que me da tanto miedo y estoy tan segura de que al final va a suceder
te miro a los ojos cuando follamos y casi ya puedo ver cómo te vas
a pesar de que tengas tu piel pegada a la mía
y me susurres "eres preciosa"
alguna vez me has dicho que te miro con tristeza
cariño, tienes razón
mi alma viaja en el tiempo y me mira desde un futuro en el que tú ya no estás
y yo les cuento a los demás que mi primer amor un día me miró a los ojos y me dijo "yo no te quiero"
y a mí se me agrieta un poco el pecho pero tú no lo ves, cariño, en tu infinita inteligencia y en todo lo especial que te sabes
tú no me ves
me miras pero no me ves
y yo miro tus fotos y te veo
y te miro cuando no lo sabes y te veo
y te escucho cuando no hablas para nadie y te veo
y vuelvo a viajar en el tiempo
y en ese viaje me hago heridas otra vez
pero vivo así, niña, vivo así y estoy bien
en el fondo no te necesito
y no pasará nada cuando me rompas el corazón no será pa tanto
no será pa tanto
sábado, 20 de abril de 2019
Mentira número 166: anagnórisis
Hay un ritmo frenético de ruedas ahí fuera. De seres que giran sobre sí mismos, de huracanes y terrazas al sol, de compases y tonalidades y técnicas. Hay un mundo ahí fuera que me aterra, me apasiona, me excita, me irrita, me desgarra, me construye. Miro por la ventana y parece ser el mismo mundo de siempre. Los árboles del barrio, los coches aparcados, los edificios de en frente, el parque, las farolas. Es la misma ventana, el mismo marco, la misma manilla. Soy yo la misma mirando a través del cristal como un recién nacido, como una anciana, como un gato. Soy yo la misma que fui siempre. La misma que se muerde los dedos y los labios por dentro y se masturba en silencio y se ríe por todo. La que tararea y baila en la cocina a las dos de la mañana, y siente paz cuando todo el mundo duerme porque parece que está sola pero no quiere despertar sola. Soy yo la que mira incisiva a los ojos de los demás, pareciendo que quiere intimidar pero queriendo, en el fondo, que alguien la mire de vuelta. Soy la procrastinadora, la distraída, la torpe, la seductora, la mentirosa, la cómica, la estridente, la reina del baile, la sola, la acompañada, la desaparecida, la ausente, la protagonista. Soy la misma mezcla incongruente y arrolladora de siempre. Y ese mundo que me mira desde la ventana, que me golpea cuando salgo del portal y me acuna cuando vuelvo a casa a las cuatro de la madrugada, ese mundo que me desnuda y me viola y me sana y me regala y me acepta; ese mundo que me define, no soy yo. Hay algo dentro que es imperturbable. Algo en el centro que no tiene contacto con el exterior, y que sólo cambia esencialmente cuando esos estímulos de fuera pasan todos los filtros de mis distintas capas y llegan al núcleo en forma de sustancia mínima, luz y calor, reducción absoluta y concentrada.
Y cuando eso sucede yo paro un momento, respiro hondo y cierro los ojitos, los abro y sigo riéndome igual, bailando igual, hablando igual, andando igual, mientras sé que en mi fondo algo ha cambiado pero ellos no lo sabrán nunca.
Porque al fin y al cabo soy la misma.
Y hay un mundo ahí fuera.
Y si mi núcleo y él se encuentran, ambos se hundirían en la tierra.
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