martes, 27 de agosto de 2013

Mentira número 93: A últimos

Después de tanto tiempo dándole vueltas ahí arriba, me he decidido por escribir sobre ti. Hay pocas cosas en el mundo que me tengo que pensar antes de poder plasmarlas. Aquí tenemos un punto más a tu favor -en mi contra-.
He leído tu carta hoy. ¿Sabes? Ayer pensé en quemarla. Pero no me quiero deshacer de tu recuerdo. Debo ser masoquista, o simplemente imbécil. O quizás me enamoré de ti -y esa es la más disparatada de todas las opciones habidas, te lo garantizo-. Por un estúpido momento antes de sentarme a leerla pensé que conseguiría no derramar ni una sola lágrima por ti, porque sé perfectamente que no te lo mereces. Pero he empezado a llorar en el momento en el que la he vuelto a doblar para dejarla entre mis libros; esa carta no verá la luz en mucho tiempo -hasta que la herida esté curada-.
Pienso en ti y todo se desmorona. Quisiera poder sacar una idea clara de todo lo que pasó, pero me es imposible. Todo ha pasado y yo sigo sin comprender qué pasó entre nosotros. Qué te pasó a ti. Qué ocurrió en tu cabeza para que de repente decidieras borrar todos los recuerdos que tanto nos costó fabricar, y cuidar, y limpiar, y seguir. Por qué. No paro de preguntarme por qué me odias ahora. Por qué te fuiste así y, por si fuera poco dejarme rota, decidiste volver a rematar-me-, y me tiraste a la cara todo lo que juntos construimos un día. No sé quién eres ahora, y en el fondo de mi corazón aún marcado por tus uñas es como si hubieras muerto. Al fin y al cabo la persona a la que se lo di todo realmente sí ha muerto, y ni siquiera me pude despedir de ella. Decirla que todo era falso, que se estaba quitando de en medio por causa de algo que no era real. Jamás fue real, y ahora me pregunto si lo fue todo lo que vivimos.
Rotundamente me opongo a tirar a la basura dos de los años más maravillosos de mi corta vida. Me encantaría saber si tú has tirado a la basura mi carta. Y nuestra fotografía. Y nuestras tardes en tu colchón. Me encantaría poder adivinar si has tirado a la basura todo lo que conseguiste hacerme.
Joder, pensé que escribir todo lo que siento conseguiría hacer que entienda un poco mejor lo ocurrido, pero hasta ahora estoy consiguiendo todo lo contrario. Y me desgarra saber que no hay nada, que yo pueda hacer para cambiarlo.
Me queda -y me quema- tu recuerdo que ahora es humo, y mirar cuando nos crucemos los ojos vacíos del que fue mis ganas de comerme el mundo, y con él, tus labios -a los que jamás olvidaré, por cierto-.
Y me queda también el saber que en lo más hondo de ti, no te arrepientes de haberme dejado ver cómo eras por dentro, y a qué olían tus abrazos, y cuál era el tacto de tu colchón.
Y me queda la certeza de que, entre todas las rosas que deshojaste, yo fui y seré, la única espina que se te clavó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario