sábado, 23 de noviembre de 2013

Mentira número 130: O, to, ños

Os prometo que llegué a casa hace una hora, con el único propósito de dormir. Pero claro, luego me perdí en la poesía y aquí estoy, a unas horas en las que mi cabeza ya debería estar en off, volando entre los por qués que llevan mis pájaros pintados en el lomo.
No sé, no sé, no sé. No sé dónde está mi fuerza, si se me escapó por la boca o vivió por ella, como los peces. No sé qué hago aquí -ni qué haces tú, que no estás conmigo, pero eso es otra historia-. No sé qué significan las lágrimas en blanco ni sé exactamente qué necesito. Por saber no sé ni qué escribir, cuando hace una hora, mientras caminaba entre la noche helada de Madrid, mi cabeza sólo fabricaba palabras y esperaba poder llegar a casa para poder plasmarlas. Pero claro, luego me perdí en la poesía y aquí estoy, marcándome un bis.
Aunque, curiosamente sí recuerdo una frase, quizás porque justo después de vomitarla he mirado a la única estrella que la polución de esta puta cuidad deja dibujarse en el cielo. Decía algo así como

"me gusta el otoño porque,
al ver cómo caen las hojas
siento que al menos
tendré compañía en el suelo"

(tampoco convendría preguntarse el por qué de éste verso)

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