domingo, 30 de junio de 2013

Mentira número 85: Adieu

Qué curioso. Veía lejos el momento de escribir estas palabras, aunque supongo que te has ido en el momento idóneo. Vaya. Te has ido. Por fin.
Me duele que esto haya terminado así -porque, no lo dudes, ésto ha terminado-. Me duele la hostilidad que carga tus palabras ahora, me duele no entender nada y que tu voz suene como nueva en mis oídos. Extraña.  Extraño tú y extraño el sentimiento que me invade. Extraño es todo ahora, extráñote no a ti.
Supongo que hasta la persona a la que creías conocer a la -casi- perfección puede cambiar de máscara de la noche a la mañana. Me alegro de no haberte dado tiempo a hacerme más daño.
Ahora mi cabeza es una explosión de pensamientos, cada uno más doloroso y horrible que el anterior. ¿Cómo aclararme ahora, si has dejado tantas preguntas en el aire? Y a la vez dejado tantas cosas claras. Ahora creo que sé quién eres de verdad, aunque ya no me importa. Ya te has ido, ya no quiero conocerte. Me has hecho daño pero pienso curarme, pienso salir de ésta y demostrarte que soy más fuerte de lo que piensas. Siempre lo fui.
Sólo espero que no dejes éste mal sabor en mi boca y limpies tu nombre, aunque sea por todos los recuerdos bonitos que flotan en mi cabeza con tu rostro como protagonista. Sólo espero no arrepentirme de todo lo que te di, o mejor dicho, del todo que te di. Pero el tiempo me ha enseñado a no esperar nada de nadie, y ahora más que nunca, de ti no espero más que el vacío que has dejado aquí dentro.
No difícil de llenar, eso está claro.
En el fondo de mi alma estaba esperando a que te fueras.

Mentira número 84: Renuevos

Se acabó. Lo he gritado agonizando tantas veces que no me puedo creer que ésta sea la verdadera. Se acabó. Me voy, me voy de aquí. Lo he ansiado tanto que...
El verano está para curar las heridas del invierno, dijo una vez una gran amiga amarilla. Aunque son tantas las heridas que éste invierno me ha dejado que no sé si el verano será capaz de cicatrizarlas todas. Sólo espero que, al menos, dejen de doler.
Es curioso cómo todo se puede desmoronar en cuestión de días. Cómo de repente la gente que constituía tu vida cambia, y se va; no, te vas tú. Vuelas a otro lugar porque ya no aguantas más en ese. Y es en lo único en lo que pienso ahora mismo; volar.
Ya no duele. Dicen que hay cierto nivel de dolor en el que el ser humano deja de sentir. Yo dudo haber encontrado ese punto y llegado hasta él, aunque sí es verdad que de tantas heridas a las que atender ya he decidido dejar de hacerlas caso a todas.
No puedo más. Pero ésta vez no lo digo con lágrimas en los ojos y el pecho falto de oxígeno. Ésta vez lo digo sabiendo que ya se ha terminado, que el cielo ha escuchado mis plegarias y que por fin me puedo ir de aquí. Termina, todo termina. Gracias a Dios.
Todo desaparece, todo lo que un día creí invencible, todo lo que un día forjé con sudor y lágrimas se deshace en una nada de tiempo pasado, ese tiempo, que no va a volver.
Un mensaje a altas horas de la madrugada recordándote lo que te espera. Nueva vida, qué bien suenas. La ansío tanto que me da igual si la realidad alcanza mis expectativas. Éste es mi momento, aquí está el sol que tanto decían saldría tras la tormenta.Siendo franca, a veces llegué a pensar que jamás lo vería. Pero aquí está. Entero y todo para mí.

martes, 25 de junio de 2013

Mentira número 83: Asco puro

Hoy necesito escribir. Necesito gritar, cantar, romper las cuerdas de mi guitarra y las teclas de mi piano, romperlo todo. Hoy siento que ya no puedo más, como siempre estas últimas semanas. Hoy vomito palabras, alguna lágrima se escapa del pozo de mis pupilas y me ahogo al hablar. Hoy se me rasga la voz, y se me corre la pintura de los ojos.
Sacadme de aquí, no pido tanto.
Los días se apelotonan entre mis sábanas y ya no sé cómo sostenerlos. Se derrumba, todo se derrumba, construimos mil embalses y presas pero la marea es tan fuerte que siempre hay una inundación. Ya no puedo llevarlo, ya no sé. Se me han acabado las fuerzas, y las ganas, y los cigarros, y todo.
Todo se acaba, pero nunca me deja en paz. Todo, vete. Todo, desaparece y déjame empezar de cero a construir mi jaula. Porque ésta ya se me ha quedado pequeña y los barrotes se clavan, ¿sabes? Y hacen daño.
Sacadme de aquí, joder.

No pido tanto. 

sábado, 22 de junio de 2013

Mentira número 82: Desaparecer

Por unos días. Dejarlo todo atrás, romper lazos que se han convertido en cadenas.Tan sólo necesito eso, porque ya, no puedo más.
Me harta, me harta Madrid y esta jodida rutina, me hartan las mismas caras que ahora simplemente son rostros de extraños, me hartan los lugares, las sonrisas fingidas y la rabia.
Podría pasarme horas escribiendo sobre cómo me siento y sobre todo lo que he acumulado este último mes, pero supongo todo se resume a que me quiero ir de aquí. 
Quiero volar, irme y borrar las huellas. Oír el eco del desierto. Quizá un bosque, de esos en los que canta Birdy, gris, con piedras grises y ríos grises. Con árboles desnudados por el invierno, oscurecida su madera por la lluvia. Con mi voz y quizás una hoja en blanco. 
Entonces vuelvo. A esta mesa iluminada por la tenue luz de una lámpara, a Madrid, a Junio. A una tarde que quizás he de agradecer, entre sus brazos. A unas heridas curadas por unos labios inexpertos y a su espalda inundada de lunares, y abismos.
A tanto que decir y tan pocos ojos atentos.
Suerte que hoy sonrío,
y mañana,
desapareceré. 

martes, 18 de junio de 2013

Mentira número 81: Bright

Curiosa es la idea que se te pasa por la cabeza de que quizás, entre tanto temario y tantas hojas llenas de letras, y números, entre tantas citas y tanto que planificar, los sentimientos se mantengan poco al margen y decidan dejar de hacer ruido... curiosa, e irreal.
Aunque quizás sí parte de mi cabeza esté sumida en mil asuntos, los pájaros nunca dejan de revolotear nerviosos. Esos no tienen nada que hacer salvo picotear y trinar en mi pecho. Lo bueno -o menos malo- es que últimamente, no duelen tanto.
Quizás asumir que todo está cambiando ayuda. Quizás algo dentro de mí se ha recolocado -como ella suele decir- y todo está un poco más ordenado dentro de este caos. Y sienta bien. También sienta bien sentir que a cada día que pasa tienes un peso menos en la espalda. Hasta que por fin, pueda empezar de cero.

jueves, 13 de junio de 2013

Mentira número 80: Sol nuevo

Dicen, que la vida es como un puzle, como un reloj que el universo crea para que cada elemento de ella funcione como un engranaje con función  perfectamente determinada. Dicen, que todo pasa por algo, y que cuando sucede, lo hace en el momento y en el lugar perfecto, de la manera perfecta. Dicen que la energía fluye de la manera exacta en la que tiene que hacerlo, y que si algo no pasa es porque, simplemente, no tiene que pasar.
Paso a paso voy entendiendo una pequeñísima parte de todo lo que la inmensidad del mundo esconde; del mundo, que cada persona tiene dentro. Mi mundo aún está en proceso de estabilizar sus bases, y paulatinamente voy desenterrando pequeños trazos de lo que soy.
No es fácil. Este Junio no sólo cerraré un curso, si no que cerraré una etapa entera de mi vida. El ciclo continúa, y toca liberar a ciertas personas para que entren nuevos rostros en mi vida, con nuevas experiencias.
Saldré de esta. Lo juré un día y lo reitero ahora. Sé que saldré, tengo que salir, y ser feliz de una vez.
¿Os acordáis del vaso que a veces permanecía vacío? Pues hoy, he aprendido, que él es el único que se puede llenar.

martes, 11 de junio de 2013

Mentira número 79: Vómito de palabras

¿Sabéis? Hoy estoy tan harta, que por apetecer no me apetece ni sonar bien.
Una se cansa de ir pisando mierdas para tener algo de suerte. Y yo me he cansado, de estar constantemente haciéndome preguntas que nadie es capaz de responder. Me he cansado de esperar cosas que jamás van a llegar, y me he cansado, de tener que mirar sus rostros antes de actuar, no vaya ser que una vez más y como siempre, la cague.
¿El problema soy yo? Me da igual. No voy a permitir que me moldeen como han hecho entre ellos, no a mí. Yo no soy así ni lo he sido nunca, y quizás por eso nunca he llegado a encajar. Y ahora me alegro de no haber encajado en sus planes, y de no haber sido una pieza más en sus juegos.
Basta ya de arañarse la piel, de llorar a escondidas y de gritar hasta quedarse sin voz para que los bramidos se estampen contra un muro de cemento. Basta ya, de romperse la frente a base de cabezazos contra una pared que de ahí no se va a mover. Quizás tendría que moverme yo, correr, salir de la masa de borregos en la que me hallo sumida, cambiar la dirección de mis pasos para que mi meta no sea la misma que la suya. Porque no, no quiero acabar en el mismo lugar que ellos; quiero perderles de vista, para siempre.
Menos mal que Junio me va a hacer una favor -que ya era hora- y va a enterrar en polvo esos recuerdos que tanto daño me han hecho ya. Esos rostros que de tan familiares se han vuelto completamente extraños, esas palabras falsas, y vacías, y llenas de porquería pura y miserable.
Os he querido mucho, pero ahora mismo sólo necesito que desaparezcáis de mi vida.

lunes, 10 de junio de 2013

Mentira número 78: The sweetness and the sorrow

Y dentro de esta espiral de años, y daños, hoy y dentro de lo que cabe, ha sido un día menos malo. Lágrimas, un último adiós que se deshace en el sonido de un saxofón. Recuerdos hechos carne, conversaciones amenas y gente, que representa una niñez, en lugares y tiempos pasados.
Un ápice de felicidad en un funeral, suena irónico.
Pero tan sólo es un ápice. Pequeño y latente, una razón por la que seguir, una razón que todavía no he encontrado pero que aún así, parece va cobrando forma.
Yo en medio de todo lo que se deshace, frágil pero resistiendo, como de cristal.
Las heridas de mi tripa empiezan a cerrarse. Creo, y quiero pensar, que eso significa que un pequeño halo de luz está empezando formarse en mi cabeza. Y me ilumina mientras, tumbada en el suelo y hecha un ovillo sobre mi propio alma, busco respuestas a preguntas que de tan grandes, se cuelan por el horizonte y pasan a ser un 'no sé', tan abstracto, pero tan pesado.
Constante vaivén del tren de mis entrañas, y una inspiración
                                                                                         que desaparece
                                                                                                              por momentos. 

sábado, 8 de junio de 2013

Mentira número 77: Que no puedo respirar

Y parece que cuando algo de sol ha conseguido filtrarse entre la persiana, la más absoluta oscuridad vuelve a inundar esa habitación que es mi cabeza. Esa, desordenada y rota, en la que me yo me muevo, en la que vuelo y me ahogo, pero es mi habitación, mi cabeza, y estoy a gusto en ese caos, mi caos. 
Supongo que será difícil salir de éste infierno, supongo que me costará, aunque también supongo -y espero-, que voy a conseguirlo. Y ya no sólo por mi bien, o por el bien de mi piel; también están ellos. Los que se preocupan por mí, esos que están sufriendo por mi culpa y no se lo merecen. Necesito salir de aquí; lo necesito.
Pero a veces lo veo tan imposible... no os imagináis lo adictivo que es ésto, lo enfermizo y lo deliciosamente horrible que puede llegar a convertirse. Por eso precisamente necesito salir de aquí, y por eso precisamente hay una parte de mí que ansía quedarse. 
Sacadme de aquí.
O no.

viernes, 7 de junio de 2013

Mentira número 76: Almohada, dulce almohada

Dicen, que lo bueno de tocar fondo es que ya sólo puedes subir. Esta semana tan sólo me he movido por el fondo, quizás por eso tocaba hoy remontar, aunque tan sólo fuera un poco. Al menos hoy me acuesto con restos de buenos momentos entre el pelo, al menos hoy, mi cabeza se ha llenado con algo de buenos recuerdos.
Antes este tipo de días me devolvían la ilusión, pero hoy siento que ha de ocurrir un milagro para que eso pase. Y soy atea, así que imaginad.

jueves, 6 de junio de 2013

Mentira número 75: Erupciones constantes

No hay tiempo para escribir, pero lo necesito. Están siendo demasiadas explosiones de emociones en apenas una semana, y yo sigo sin saber muy bien cómo afrontarlo. Arañazos en la tripa, lágrimas que se desbordan en mis ojos, sonrisas, felicidad efímera y tristeza constante. Es excesivo, todo es excesivo. Yo soy excesiva, y lo que siento, y cómo lo siento.
Al menos hoy me acuesto con algo de serenidad entre la piel. Esa serenidad que tanto estoy echando en falta estos últimos días.
Se me agotan las fuerzas, y así, arrastrando los pies -y el alma-, camino.
Supongo que esto es pasajero.
Supongo que será la adolescencia, o el verano.
Sólo espero que se termine pronto.
Porque yo,
yo ya no puedo más.

martes, 4 de junio de 2013

Mentira número 74: Siluetas

Pío Baroja, en una de sus obras, se denomina a sí mismo un "enfermo" por tener más sensibilidad de la necesaria. Aquí tenéis, pues, a la enferma de los enfermos, a la mayor infectada por ese sexto sentido que tan sólo tenemos los artistas.
Bendita enfermedad que me quita la vida poco a poco. Tan deliciosa como mortífera, me mantiene viva.
De contradicciones va la cosa, de constantes sinos, de demasiados cambios en periodos de tiempo demasiado reducidos.
Pero aquí me tenéis, aguantando. Como buenamente puedo, con la adolescencia malamente atravesada en la garganta.
Estaré bien. Quién sabe cuándo.
Pero estaré bien.

lunes, 3 de junio de 2013

Mentira número 73: Mamá

Salí de la cocina despacio. Esa canción de Queen resonaba en toda la estancia, y parte del salón. Entonces me volví un momento, y a través de la cristalera, una imagen sobrecogedora me sorprendió.
Mi madre y mi padre bailaban pegados -como la canción de Sergio Dalma-, al compás de los recuerdos y una efímera felicidad, de esa, tan pura. El inmenso sol que se filtraba entre la celosía de las ventanas creaba una cálida aura alrededor de los dos que, entre notas esperanzadoras, habían pasado a ser uno sólo. Y, casi hundida en el hombre de mi padre, pude entrever la cara de mi madre, me fijé un poco... sonreía. Había cerrado fuerte los ojos y en su rostro se dibujaba una pequeña sonrisa. Entonces sentí como ese calor que juntos habían generado se introducía en cada poro de mi piel, y se juntaba en mi pecho, haciéndolo rebosar, de alegría. 
Esa alegría que sólo aparece cuando has visto a tu madre al borde de un abismo insalvable, y de repente, una tarde de Junio, la ves sonreír. 
Esa alegría que te invade cuando esa sonrisa, como su portadora, te da la vida. 
Porque más que nadie, ella, se merece sonreír. 

domingo, 2 de junio de 2013

Mentira número 72: Parece que Junio quiere hacer las paces

Domingo. Como un abismo que aparece para convertir en polvo siete días en un segundo. Monótono y suave, filosófico y eterno, domingo.
Ya es rutina hacer balance de la semana los domingos. Y de la vida. Y de todo lo que soy y lo que llevo dentro. Esa es la clave, ¿qué llevo dentro este domingo?
Llevo dentro sonrisas, y el bohemio sonido de una guitarra. Llevo dentro su cama y mis uñas arañando su espalda. Llevo dentro a ella, como un pajarillo, y los rincones más remotos de Madrid. Llevo dentro el azul de un cielo que de tan claro, se torna transparente. Llevo dentro Diciembre, como siempre.
Y hoy, es uno de esos domingos, en los que los pájaros han matado a los fantasmas. Que resucitarán y volverán de su inframundo más fuertes que nunca... pero hoy me da igual.
Hoy, es domingo,
y me apetece ser feliz.