Y dentro de esta espiral de años, y daños, hoy y dentro de lo que cabe, ha sido un día menos malo. Lágrimas, un último adiós que se deshace en el sonido de un saxofón. Recuerdos hechos carne, conversaciones amenas y gente, que representa una niñez, en lugares y tiempos pasados.
Un ápice de felicidad en un funeral, suena irónico.
Pero tan sólo es un ápice. Pequeño y latente, una razón por la que seguir, una razón que todavía no he encontrado pero que aún así, parece va cobrando forma.
Yo en medio de todo lo que se deshace, frágil pero resistiendo, como de cristal.
Las heridas de mi tripa empiezan a cerrarse. Creo, y quiero pensar, que eso significa que un pequeño halo de luz está empezando formarse en mi cabeza. Y me ilumina mientras, tumbada en el suelo y hecha un ovillo sobre mi propio alma, busco respuestas a preguntas que de tan grandes, se cuelan por el horizonte y pasan a ser un 'no sé', tan abstracto, pero tan pesado.
Constante vaivén del tren de mis entrañas, y una inspiración
que desaparece
por momentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario