Es bello pensar que en ciertas virtudes no existen los términos medios.
Es bello porque la mente es tan ambiciosa que no deja a nadie asomarse a ella si no es para sumergirse en su tiempo hasta llegar al fondo del subconsciente.
Asomarse aquí dentro puede ser grato, hasta que las tinieblas empiezan a abrazarte y los fantasmas permean en tu piel para envolverte por dentro. Las profundidades están bailando siempre con el miedo una especie de tango suicida y, creedme, hay que ser muy valiente para soportar escucharlo.
Yo elegí asomarme a mi cabeza, con todo lo que ello conllevaba. Y lo estoy pagando caro, tan caro que en el fondo no sé si puedo pagarlo. Pero no me atreveré a quejarme, pues a pesar de todo sé que éste es mi sitio. Que bajar ahí dentro es lo único que me llena. De vacíos quizás, pero llena al fin y al cabo.Las noches en vela se suceden entre versos y acordes heridos, de los que ni siquiera soy musa.
La libertad de mi alma hierve a fuego lento en este lugar.
De aquí salgo con la única certeza de que resolver una pregunta sólo sirve para formular cinco más.
Aún así siento que necesito perderme en la inmensidad de mi cabeza.
Es extrañamente adictivo, como la soledad.
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