Y aquí me tenéis una vez más, sentada frente al ordenador con los apuntes esperando encima de la mesa. Y que esperen. ¿Qué me pasa? Soy incapaz de concentrarme. Ahora mismo lo último que me apetece es estudiar, aunque hay algo en mi cabeza a todas horas que me dice que debería hacerlo. Pero no. No ahora. Ahora simplemente me apetece escribir. Porque necesito desahogarme. Porque hay algo que necesito sacar, escupir, gritar. Algo importante para mí. Algo como... él.
Él. No, no él el de siempre, si no él, mi otro él, mi debilidad. Le vuelvo a echar de menos. Algo ha cambiado en mí desde aquella vez... desde aquella última vez. Desde la última vez que te eché de menos, desde aquella vez en la que me dí cuenta de lo que realmente significabas para mí. Lo ocultaba todo detrás de un 'no me importa, ya no le considero mi amigo'... y de repente sonó esa canción, y exploté cual bomba de relojería. Y las lágrimas no paraban de emanar de mis ojos, y esa presión en el pecho cada vez se hacía más fuerte. Fue como un golpe seco, impacto que rebotó en mis cimientos para derrumbarme por completo. Y fue justo ahí, cuando me dí cuenta de que eres más de lo que me imagino. De que eres especial. Entonces, días después, cuando yo pensé, ingenua, que todo había pasado, que fue un tambaleo momentáneo de emociones, apareció tu nombre en la pantalla de mi móvil. Y de nuevo, otro golpe seco. Otra vez las lágrimas, la presión. Otra vez tú. 'Quizás te importa más de lo que piensas'. Quizás. Infinitas ganas de verte, de abrazarte. De reírme contigo, como antes. Y llegó, como todo llega. Una tarde de Enero, en esa plaza del centro de Madrid que ya casi es nuestra. Tú, tu camisa de cuadros, tus Vans y tu gorro. Tu risa. Volví a llenar una parte de mí que sentía vacía, vacío que dolía con insistencia. Me curaste. Me curas.
Por eso hoy, después de casi un mes, vuelvo a echarte de menos. Pero esta vez sé a lo que me enfrento, conozco este terreno y parezco tener más armas para combatirte. No, para combatirme a mí cuando te pienso. Cuando te añoro. Sólo espero no dejar de verte, aunque sea así, en pequeñas dosis, haciendo que desee volver a ti igual que un yonki con el mono desea un gramo de su droga.
Y bien, después de haberme vaciado le pongo punto y final a este pedacito de mi cabeza, con nuestra canción sonando de fondo, para que nunca se me olvide que, independientemente de que duelas o no, de que hieras o no, de que me guste o no... siempre serás mi debilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario