Lo bueno. Que aguantamos poco tiempo enfadados, que las discusiones son intensas pero nos rendimos pronto, y que después de cada una de ellas, viene una bonita, bonita y dulce reconciliación.
Lo malo. Que detrás de todo esto, hay parte de verdad. 'Ojalá sintieras lo mismo.' Cómo duele. Si me duele a mí, no me quiero ni imaginar lo que le duele a él. 'Ha sido como un jarro de agua fría'. Lo siento, siento darle estas puñaladas, pero no puedo mentirle diciéndole que quiero compartir con él el resto de mis días. ¿De verdad? ¿De verdad es normal que pretenda ser el amor de mi vida cuando sólo tengo quince años? ¿O es que me estoy volviendo loca? No entiendo nada. Entiendo que se haya ilusionado, sé que se está volcando en esta relación como no se ha volcado en nada, pero... ¿qué queréis que haga? ¿Qué se supone que tengo que hacer? No, no le voy a prometer un siempre que sé que no se va a cumplir. Quiero ser libre, joder, soy una niñata que quiere vivir la vida, no estoy buscando un marido, Dios santo, sólo un chico con el que estar a gusto, quiero poder dejar a ese chico cuando me apetezca e irme con otro si quiero... sé que suena mal, pero es así. Y, sinceramente, a veces me siento atada a esto. Siento que jamás me podré librar de este "amor verdadero infinito". Y no me gusta, joder. No me gusta.
Nada es infinito, todo pesa. Eh, él acabará comprendiéndolo y a mí, la verdad, me importa que TÚ seas feliz.
ResponderEliminarDale tiempo, dale libertad, date tiempo, date tranquilidad.
ResponderEliminarEl tiempo os dará la respuesta.