domingo, 3 de febrero de 2013

Mentira número 2: Cuando la rabia rasga.

Ella sube su voz. Empiezan los insultos. Intentas mantener la calma porque te conoces lo suficiente como para saber cómo va a acabar esto. Y no es lo que quieres. La pides que se calme, pero no te hace caso. Y sigue gritando. Y cada grito se te mete por los oídos y te llega al alma hasta estremecértela. Y empiezan los ataques. Menciona tu comportamiento, tu situación sentimental, tus razones. Duele. Sabes que está hablando sin pensar, y que no tiene razón... pero duele. Viene él. Pregunta qué pasa. Ella, histérica, le cuenta su versión y él te mira. Conoces esa mirada. Una vez más, tú eres la culpable. Te vas. Te encierras en el baño. Y lloras. La rabia te rasga la garganta hasta que casi sangra. Intentas sosegarte y salir ahí, para intentar que todo pare. Pero cuando sales y ves que ella sigue en sus trece, explotas. Y gritas. Das golpes a las paredes, por no dárselos a ella. Ella llora. Tú lloras. Él, serio. Se va. Tú te metes en la cama, sin poder dejar de llorar, y te tapas hasta arriba. Te desconectas de todo. Pero entonces, ves que él va con ella, a consolarla, a apoyarla. ¿Y tú? Sola. Coges el móvil, y llamas a tu mejor amiga. No lo coge. Normal, son las doce de la noche. Llamas a tú mejor amigo. Y ahí está. Te intenta tranquilizar, y consigue que dejes de llorar. Te dice que te vayas a la cama. Todo se va a solucionar. Y eso haces. Tras diez minutos de conversación cuelgas, y apagas el móvil. Te das media vuelta y te tapas hasta las cejas. Gastas las pocas lágrimas que te quedan, mientras te vas quedando dormida. Y mañana será otro día... pero nadie te garantiza que vaya a ser mejor.

2 comentarios:

  1. Nadie te garantiza que vaya a ser mejor, cierto. Pero nadie te garantiza tampoco que vaya a ser peor.

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  2. Gracias, Cris. Tenía que decírtelo. Sé que no viene a cuento pero gracias por darme la idea de volver a abrir un blog y ayudarme a hacerlo. No te imaginas lo que me ha ayudado todo esto, y sólo llevo un día. Gracias, de verdad.

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