lunes, 15 de abril de 2013

Mentira número 41: Grises, azules... transparentes.

Mi intuición no suele fallar. Demasiado equilibrio, demasiado bien. Por suerte cada vez noto cómo tengo más armas para escalar cada montaña. Con daños -y sin prejuicios-, pasando y factura y desgastando, pero nada que no se pueda reponer cuando me miro al espejo y me digo: "Estás creciendo". A veces me asusto, no voy a negarlo, a veces llego a un punto de cambio en el que apenas me reconozco... pero entonces miro mis ojos, los únicos que nunca me han mentido y sé nuca lo harán. Miro y recorro hasta el último rincón de mí. Con lágrimas o sin ellas, son como una especie de pasadizo mágico hacia lo más hondo de mí.
Intenta adivinar lo que hay detrás de mis ojos. Intenta ver a través de ellos y te dirán cosas que yo jamás me atrevería a decirte.
Pero soy feliz. Veo cómo voy saltando cada bache y cada precipicio, y estoy orgullosa, con el obvio acto de presencia de los errores. Ay, cuánto les debo a los errores.
Esta noche no me ha hecho falta más que el sincero testimonio de una persona que ha estado al límite de la vida, al filo, de Lo Imposible. Darse cuenta de que, como ella decía "Estamos aquí dos minutos y medio". En otras palabras, la vida es lo que has tardado en leer esta entrada.
Pues no te entretengo más, ve a vivir tu vida.
Vive. Que no se te olvide con las prisas de existir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario