martes, 2 de abril de 2013

Mentira número 35: Eterno retorno

Os voy a ser sincera. Ahora mismo me cuesta escribir, porque las lágrimas hacen que vea el teclado traslúcido. Pero no puedo aguantar más, necesito soltarlo todo, y qué mejor ahora, en el mismo momento de la explosión.
Estoy segura de que todo esto es en gran parte consecuencia de este dolor de cabeza que lleva todo el día sin soltarme. O eso quiero hacerme creer a mí misma. Estoy bien. Estoy bien.
Joder Elena, no estás bien. Estás llorando como una magdalena mientras escribes esto, demonios, no estás bien. Deja de hacerte la fuerte.
No me hago la fuerte. De hecho creo que repito "Soy débil" más que mi propio nombre. Aunque hoy sí me he hecho la fuerte. "No te me hundas, tú no, por favor". Y yo claro, ¿qué respondo a eso? "No, eso nunca", acompañado de una de las sonrisas más falsas que he manifestado jamás.
Pero es que me siento tan ridícula poniéndome así por esto... Creo que uno de los consejos que he dado siempre está a punto de echarse por tierra -mis lágrimas están a punto de echarlo por tierra-. "Lo tienes todo para ser feliz, hay gente sufriendo de verdad, en la más absoluta miseria, y tú lo tienes todo, así que aprovéchalo, valóralo, sé feliz", decía.
Por supuesto que lo tengo todo para ser feliz, pero también hay fantasmas. Esos que no dejan de atormentar a los pájaros de mi cabeza y a veces no les dejan volar. Y no lo puedo evitar. Os juro que no lo puedo evitar, que si pudiera...
Hoy no hay motivos. Los hay, pero no aquí. Estoy harta de que sean los mismos, claro que por no escribirlos aquí no van a desaparecer. Pero no quiero. No hoy. No ahora.
Algún día dejaré de sufrir por esto.
Algún día dejaré de sufrir.
Algún día.

                             Temer más a la soledad que a la propia muerte. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario