No tener cosas que hacer es preocupante. Tener pocas cosas que hacer puede ser aburrido. Tener cosas que hacer es normal, tener bastantes es entretenido... pero tener demasiadas es insoportable.
Se habla del estrés de cursos mayores, se habla del estrés de carreras y en la vida laboral, pero sé que ese estrés -que parte está dentro de mí- también está presente en mi vida. Sí, esa vida "fácil" y aburrida. Total, ¿qué es cuarto de la E.S.O? Poca cosa. Pero, ¿y si a eso le sumamos actividades extraescolares que consumen las tardes más rápido que un cigarro, mil actividades y mil implicaciones en mil cosas diferentes, más una última evaluación, de esas, agotadoras?
Pues el resultado soy yo llorando de puro cansancio. Es el ahogado "¿Podré con todo?" que no deja de atormentarme. Pero me da que aquí empieza mi lucha por mi futuro -en varios aspectos- y tened claro que la voy a ganar. A veces me pregunto si debería hacer como ellos, y rendirme. Pero entonces recuerdo que no soy como ellos. Que yo puedo con todo lo que me echen. Con todo.
Las personas ayudan, aunque no son de piedra -a veces incluso parecen ser de cristal-, y también se agotan, también se consumen. Pero están ahí, y me puedo apoyar en ellas.
Después de una tarde poco productiva pero necesaria me voy a dormir. Hoy sí, hoy me merezco todas las horas de sueño del mundo.
Buenas noches, pequeños mentirosos.
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