A veces, es tan fuerte el vínculo que tenemos con una persona, que sentimos como cualquier daño que pueda sufrir abre una pequeña herida en nosotros mismos.
Y se me caía el alma al suelo viéndola llorar hecha un ovillo en esa cama, ahogada en ese llanto desesperado, como muy pocas veces la he visto en mi vida.
Aunque confío en ella siento que hay algo que no me termina de desvelar, y por mucho que mi imaginación sea amplia, necesito que me lo cuente para poderla ayudar. O simplemente para saber qué la ocurre, y dejar de sentirme tan impotente.
A pesar de este "pequeño" incidente de última hora, este lunes parece haber decidido sorprenderme -y, singularmente, para bien-. No sé, no sé si es la primavera o esta bipolaridad relativa, pero siento que algo ha cambiado aquí dentro. O más bien ahí fuera. O, quién sabe.
En fin, una vez más y por mucho que me pese, sólo queda esperar. Porque, sé mejor que nadie, que en cuestión de segundos, lo que parecía ser una buena semana puede dar un giro de ciento ochenta grados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario