A veces me doy cuenta de que normalmente sólo escribo cuando no estoy bien. Y, ¿por qué? ¿Por qué no escribir más a menudo lo bueno? Quizás al leerlo vuelvan a aflorar esos sentimientos que sentimos cuando lo escribimos, y quizás nos ayude. Escribamos, pues.
Escribamos que ahora me siento feliz. Escribamos que siento que puedo ayudar a la gente, bien sea con mis palabras o bien sea con mi simple voz, bien sea con una sonrisa o con palabras duras, de esas que se clavan. Escribamos que ha sido un fin de semana casi inmejorable, escribamos que me acuesto con algo dentro que me dice y me repite "Lo estás haciendo bien". Escribamos que una tarde como la de hoy hace que mis dudas se disipen y dejen lugar a un claro "Sí." Escribamos que las quiero, que son las mejores amigas que puedo tener a mi lado. Escribamos que él está lejos, pero en apenas dos semanas vendrá y podré abrazarle, por fin.
Pero sobre todas las cosas del mundo, escribamos. Y leamos, leamos y recordemos que en medio de este caos, hemos sido y podemos ser tremendamente felices.
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