jueves, 18 de abril de 2013

Mentira número 42: Un rayo de luna

"Amaba la soledad porque, en su seno, dando rienda suelta a la imaginación, forjaba un mundo fantástico, habitado por extrañas creaciones, hijas de sus delirios y sus ensueños de poeta; porque él era poeta; tanto, que nunca le habían satisfecho las formas en que pudiera encerrar sus pensamientos, y nunca los había encerrado al escribirlos."
Leyendas, El Rayo de Luna.
- Gustavo Adolfo Bécquer.

El buen tiempo ayuda, pero echo de menos la humedad que el cielo gris descargaba sobre Madrid en forma de pequeños frascos de aliento. Sí, por lo visito Bécquer ha hecho mella en mí y mi mente parece haberse vuelto (más) romántica.
Ahora es cuando la fuerza que hay en mí ha de triplicarse para darle un poquito a él; y ésta vez es buena la excusa. Aunque cada vez me lo pone más complicado y yo no estoy segura de si voy a poder soportarlo.
Mientras tanto mi cabeza sigue colándose por cada rincón de mi alma, haciéndome meditar inconscientemente cada hecho; importante o no, los despedazo en miles de elementos cada vez más pequeños y complejos, y no simples, como deberían ser. Y más ahora, con "tantas" decisiones que tomar y tantas decisiones tomadas ya, diferentes, contradictorias y cambiantes.
Cada vez tengo las cosas más claras y eso me beneficia... ¿me beneficia? No lo sé, he dejado de saber cada cosa que me pasa, supongo que ésto es lo que ocurre cuando piensas demasiado.
Aún así las cosas van bien, parecen estar tomando buen rumbo aunque... a ver quién es el valiente que se fía de este rumbo sin sentido.

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