domingo, 31 de marzo de 2013

Mentira número 34: Still

Bien. Tengo tantísimos pensamientos que se han ido acumulando durante toda esta semana -sobretodo las últimas horas- que a penas sé cómo sacarlos a fuera. Están todos hechos una maraña dentro de mi cabeza y parece que no se quieren organizar, y así, como bien sabréis, es imposible plasmarlos con claridad.
Una nana suena de fondo. Deep in the meadow, under the willow. Una semana aislada, literalmente aislada en esa casa de ensueño hecha de tiempo y calidez incondicional. Al principio tuve la suerte de tener unos cuantos días de "absoluta" soledad. Yo en esa habitación inmensa, en ese desgastado sofá, tapada hasta las cejas mientras afuera las gotas de lluvia interpretan su propia melodía. Los pensamientos flotaban libres, salvajes, colisionando unos con otros, pero nunca parados, jamás.
Pero la cosa mejoró. Llegaron mis mellizos, a llenar un poco la casa y a llenarme un poco el corazón. Santo Dios, cómo echaba de menos a Lurp. Con esa capacidad que tiene para que no pueda vivir sin ella, directamente proporcional a la capacidad que tienen para sacarme de quicio. Mi otra mitad.
Y entonces, al día siguiente, la casa se llenó. Seis primos son muchos primos. Y padres, y tíos, y abuelos. Cada loco con su tema, locos felices. Sin duda, los mejores ratos se pasan en familia, como los he pasado yo en la mía, entre estufas, comida casera, confesiones y muchas, muchas risas.
Juro que vine con las pilas a tope, pero... hubo una descarga. La descarga de siempre. ¿Por qué será tan difícil? ¿Por qué seremos tan diferentes? Preguntas sin respuesta y yo aquí, una vez más, cansada y sin terminar de estar bien con él. Lo estaremos, espero. Pero cada día estoy más convencida del rumbo que tiene nuestra relación. Cada día más convencida que los romances de cuento Disney no existen.
Lo está pasando francamente mal, pero a mí a veces me dan ganas de soltar la cuerda y dejar que se caiga, más que nada por falta de fuerza para tirar de él.
Meow me escucha, y siento que me entiende. Vaya, si casi no me entiendo ni yo.
En fin, otro muro más que tendré que superar con no se qué energía. Y esque, como bien decía ella... Extrañas son las relaciones que mantenemos con las personas.
Necesito dejar de pensar, al menos por unas horas. La mañana que me espera tras una profunda noche se pinta de él, espero que salga bien. Cruzo los dedos.
Ahora Birdy me canta, y así me despido.

Terrible Love. 

viernes, 22 de marzo de 2013

Mentira número 33: Viernes noche

Quizás sólo necesitaba un día como este para que la semana mejorara. Algo de baile, algo de familia y algo de Val. Esas tardes caseras, de palomitas y música, fotos y risas, confesiones y silencios.
Mañana. Por fin. Digo que no me quiero ir, pero en el fondo lo estoy deseando. Desconectar, qué bien suena. Y no sólo a lo que estrés se refiere. Desconectar de todo. De ellas, de él, de ellos. De absolutamente todo.
Me conozco, y sé que esta semana aislada del mundo me va a venir de perlas, y más por cómo estoy ahora.
Bien, aunque seguiré escribiendo, me despido simbólicamente, bajo la tenue luz de mi lámpara y la calidez que flota en la habitación.
Me espera la que, de entre todas las semanas extrañas -otra vez ese maldito adjetivo- será la buena. La que más me merezco.
Por fin.

jueves, 21 de marzo de 2013

Mentira número 32: Extraño

Esos días, en los que las ganas de escribir son inversamente proporcionales al saber qué decir. Esos días, como hoy.
"Estoy cansada" como respuesta a todo. Pero qué queréis que le haga, si es lo único que puedo decir, al menos ahora.
No sé, no sé qué pasa, no sé qué me pasa, ni qué ocurre dentro de mí. No sé nada. Sólo conozco esta sensación de estar constantemente irascible, más sensible de lo normal (si cabe), esa sensación en la que un constante nudo ocupa gran parte de tu pecho, esas constantes ganas de llorar.
Sorprendentemente, no llorar de tristeza. Simplemente llorar. Pero en una persona como yo, el hecho de que salgan las lágrimas es pedir demasiado. Así que tocará quedarse con esa presión acumulada que se niega a salir... una vez más.
Pero creedme cuando os digo que estoy bien. Estoy bien, de verdad que lo estoy. O, quizás la palabra más adecuada no sea "bien" -cosa que no implica que esté mal-, quizás sea más bien "en paz". Sí, estoy en calma, estoy tranquila.
Extraña semana. Quiero matizar que odio emplear este adjetivo, porque siento que no ejerce bien su función de describir el nombre al que se refiere, siento que da demasiadas alas a nuestra imaginación. Pero es que no hay mejor palabra que defina a esta semana... así que, imaginaos mi semana como queráis, pero imagináosla extraña. Muy extraña.
Menos mal, Dios Santo, menos mal que empiezan mis ansiadas vacaciones. No serán unas vacaciones hasta arriba de vida social y basadas en no pisar mi casa -como acostumbro a hacer en cuanto tengo unos días libres-, sino todo lo contrario. Mi pequeño pueblo y esa casa tan mágica, algo de campo y aire puro mezclados con mi familia más cercana. Descanso en estado puro. Lo único que necesito para estar bien. Bien, del todo.

martes, 19 de marzo de 2013

Mentira número 31: Eternos inviernos

Y te das cuenta de lo insignificante que son tus problemas cuando te dan en toda la cara con un problema de verdad... como perder a una madre.
Un día duro el de hoy, y lo que queda. Entrar en un tanatorio nunca es fácil. Bueno, yo por lo menos saldré de él.
La lluvia gris baña el día gris, y yo, afectada e impasible a la vez, veo cómo suceden las cosas a mi alrededor, sin poder hacer mucho. Pero estoy bien así, supongo que porque mi vida es fácil comparada con otras muchas que se resumen en sufrimiento, y más sufrimiento.
Los días pasan y yo intento moverme, pero me veo tan pequeña en este mundo tan grande que siento que cualquier esfuerzo que haga, por grande que sea, sirve de menos que el soplo que las alas de una mariposa ofrecen en una lucha de auténticos titanes. 
Y poco puede hacer una niña perdida como yo, más que dejar que la lluvia moje mis pensamientos. 
Pero estoy bien así. 

lunes, 18 de marzo de 2013

Mentira número 30: And how to breathe

Cada día me duran menos los ataques de felicidad extrema y absoluta. Y de ésto no tiene la culpa nadie más que yo.
Y aquí me hallo, una vez más, gritándole a mi cabeza a base de silencios ahogados que pare. Que pare de pensar, que lo deje, que no se mueva más. Por favor.
Y aquí me hallo, una vez más, preocupándoles a todos y sin saber contestar a sus "¿Qué te pasa?". Pero, si a ellos les duele que no haya una respuesta, imaginad cómo me duele a mí.
Y, supongo, que cuando no pasa nada, no hay nada que hacer. Supongo, que sólo me queda esperar, aunque no sin miedo a mañana, a cómo amanecerá está cabeza mía, que tanto me duele, que tanto me cuida.
Y ahora siento cómo mil pensamientos estallan en mi cabeza, todos concentrados en un sólo punto... así es imposible definir cada uno, poder entenderlos y poder calmarlos. Así que esperaré a que, como el en Big Bang, después del gran estallido cada uno se vaya separando más y más.
Y entonces, los ordenaré y tiraré a la basura los que me hagan daño.
Y qué bien suena decirlo, pero, diablos, que alguien me dé fuerzas para poder llevarlo a cabo.
Y...

sábado, 16 de marzo de 2013

Mentira número 29: Entre Madrid y Barcelona

Increíble. Han bastado cuatro días, ciertas personas, ciertas amistades y Barcelona, para que hoy me sienta como nueva. Pilas recargadas, energía desbordante, luz cegadora.
Barcelona, ay Barcelona. Qué bien te has portado. Cuánto nos has unido, cuánto nos has dado, qué favor tan grande me has hecho. Y ahora ese lazo que allí se ha hecho más fuerte permanece, perdura aquí en Madrid... pero esos cuatro días se quedarán entre esas cuatro paredes para siempre. Cada risa, cada secreto y cada palabra que se dijo en silencio. Increíble es el valor de las relaciones humanas, de la convivencia, increíble cómo el roce hace el cariño, e increíble lo que se puede llegar a vivir en experiencias como estas.
Ahora mi voz afónica refleja la de energía que gastado, y mi sonrisa refleja la de energía que tengo dentro. Inversamente proporcional. Al menos esta semana.
Energía positiva con ellas, energía positiva con él, energía positiva en casa, ganas de comerme el mundo que corren por mis venas. Y qué si lo único que consigo comerme es la cabeza, yo soy feliz. ¿Sabéis? Soy feliz. Mi cabeza sigue siendo un entretejido de pensamientos y emociones, imposible de descifrar, eso no cambia. Pero hoy por hoy, con las nubes tapando el sol y Marzo sorprendiéndome gratamente, soy feliz. Me encanta leerlo, porque cuanto más lo repito en mi cabeza más lo siento. Probemos otra vez. Soy feliz.
Sé de sobra que las buenas rachas, así como las malas, no son eternas. Pero no esperéis que me quede esperando a que un nuevo bache me haga tambalear, no soy de esas. Hoy, de momento, tan sólo disfrutaré de mi tarde, llena del centro de Madrid, de las risas de ellas y de los abrazos de él.
Y es que no hay mejor experimento como este para demostrarme a mí misma que estar feliz depende en gran parte de la actitud que muestres frente a lo que te rodea. Que recibes lo que das, y, si te rodeas de buena gente, lo recibes multiplicado por cien.
Una vez mas, tan sólo una.
Soy feliz.

domingo, 10 de marzo de 2013

Mentira número 28: Vuela

Tan fuerte es el vínculo con las personas que nos importan -al menos en mi caso-, que si alguna de éstas personas algún día se hunde, una parte de ti lo hace con ella. Lo complicado es cuando varias personas que te importan se hunden. Y yo no sólo tengo que soportar el dolor de ver cómo lo hacen, si no que se añade un esfuerzo más; el de ayudarles a salir a flote.
Y es cierto, yo estoy bien, pero no soy de piedra. Me cuesta llevar a rastras el sufrimiento de varias personas, y más me cuesta aún tener que sacar fuerzas de donde no las hay para ayudarlas a salir adelante.
Las relaciones implican un desgaste psíquico importante cuando una de las dos personas que la componen se derrumba, y la otra tiene que luchar por ella.
Y tanto me implico yo con las personas que me importan que el desgaste psíquico es algo mayor.
Suerte que mañana me voy, lejos de aquí, lejos de todo. Poder desconectar, un viaje lleno de buenas expectativas y de anécdotas que seguro serán recordadas. Me lo merezco. Cuatro días contradictorios, ya que a pesar de que serán intensos y apenas podré dormir, sí me darán la oportunidad de descansar. Una semana por delante que promete. Un pájaro que se muere por salir de su jaula.

sábado, 9 de marzo de 2013

Mentira número 27: Como Aquiles a su talón

Supongo que todos tenemos una parte de nosotros a la que nade puede salvar. Supongo, que todo el mundo tiene un punto débil, un talón de Aquiles, esa fibra sensible que nos hace más daño que la bala más dolorosa en el más sensible de los corazones. Bien, pues estoy a punto de revelaros el mío:
Inseguridad. A la gente que me conozca seguramente le parezca sorprendente, quizás por la imagen que doy en ese sentido. Quizás porque no puedan creer que detrás de esa chica coqueta, sonriente y despreocupada haya una persona vulnerable como la que más.
Constantemente esa voz en mi cabeza. "Los decepcionas, los estás decepcionando a todos". A mí puede, pero a la gente que me quiere jamás me perdonaría hacerles daño. Y por eso mi superlativa implicación por los demás, por eso el hecho de que me afecte tantísimo cuando cualquiera de mis seres queridos está mal y yo he tenido algo que ver en ello... porque no soporto decepcionar a la gente. Me atrevería a decir que temo más a decepcionar que a la mismísima muerte.
Quizás sea una imperiosa necesidad de sentirme querida, de sentirme aceptada o valorada. Quizás es que en ese sentido soy demasiado débil. Quizás necesite más cariño que aire.
Ay, querida inseguridad, querido miedo a decepcionar... cuántos bajones me habéis ocasionado. Cuántos llantos llevan vuestro nombre, cuántos problemas con vosotros como base. Ay, queridos, iros de mí. Os quiero fuera, quiero ser libre, liberarme de vosotros, pesadas cadenas, candado sin llave.
Supongo que es un lastre que el tiempo me ayudará a sobrellevar... pero, mientras lo consigo, simplemente os pido que no juzguéis a alguien si no conocéis su talón de Aquiles, pues os arriesgáis a destruirle.
A destruirme por completo.

Mentira número 26: Round and round

Tardes de sábados como esta. Ahora, sentada en el suelo de mi habitación -cómo no-, con la lamparita de noche irradiando esa luz que tan acogedora me parece, me da por hacer un repaso de toda la semana.
Las cosas cambian. Todo a mi alrededor, no para de moverse. No me molesta, sé que forma parte de crecer, de eso que últimamente oigo tanto; madurar.
Un martes cargado de rabia. Esa rabia que entra en juego cuando la gente a tu alrededor se comporta contigo de esa forma que tanto odias; de esa forma en la que te hacen sentirte como si estuvieras haciendo algo malo cuando no es así. No es así para nada. Pero al fin y al cabo éso fue algo pasajero, por suerte.
Un viernes cargado de impotencia. Ver como las relaciones se deterioran con el tiempo; ya nada es igual. Los años pasan y se nota, se notan entre nosotras. Cada vez más, cada vez más mierda acumulada que quiere salir pero se niega a hacerlo por no salpicar a los de alrededor... hasta que un día explota. Somos ocho, ocho chicas que hemos compartido trece maravillosos años. Pero ocho chicas con ocho personalidades, ocho mundos paralelos... En una relación de este tipo, hay que estar a la altura. Hay que tener la suficiente madurez mental como para saber adaptarse a ocho personas diferentes, con sus ocho mentes diferentes. Y cuando alguien no es capaz, se nota. En una relación como esta es necesario el triple de cuidado y dedicación que en cualquier otra. No, el triple no, el óctuple.
Un viernes especial. Con su parte escénica, su fiesta sorpresa, ellas, ellos. Un buen viernes.
Y un sábado con él, y con todo lo que él conlleva, que no es poco. Es inevitable que algún molesto pensamiento visite mi cabeza de vez en cuando... pero entonces su labios me hacen olvidar hasta el más pesado de todos. Le quiero. Esa es una de las pocas cosas que tengo claras ahora mismo. Le quiero. Le quiero muchísimo, Dios, le quiero. Y esa sensación cuando sus brazos me rodean, esa, cuando me siento a salvo hasta del monstruo más peligroso. Él. Y Todo lo que él conlleva, que no es poco.
Todo cambia. Yo ando perdida, defendiéndome como puedo ante todo estos cambios que me asustan. Y de momento aguanto, permanezco, como dice la canción...
"With her feet on the ground, when her head's in the clouds".

jueves, 7 de marzo de 2013

Mentira número 25: Rainy Soul II

¿Es real? ¿Es posible? ¿De verdad puede hacerme tan feliz una cosa tan simple, tan insignificante, tan simbólica?

Ese momento en el que empieza a chispear sobre tu abrigo, y en tu alma hay un sólo deseo; que siga, que siga lloviendo, que sigan cayendo y cada vez con más fuerza, que te limpien, que te alivien, que te curen. Y, como si el cielo hubiera escuchado tus plegarias, las gotas se duplican, así como su intensidad. Tú sigues andando, cada vez más despacio sólo para poder disfrutar más de todo esto. Todo a tu alrededor se vuele gris, ellas estallan contra el suelo y tu cara como pequeñas bombas letales de esperanza. De aliento, de vida. Y entonces, como sin poder evitarlo, te paras. Sí, en medio de esa callejuela casi desierta, plantas tus pies sobre el suelo, con la cara mirando hacia las nubes. La poca gente que hay a tu alrededor se refugia, y mientras tanto ahí sigues tú, con la cara empapada mientras decenas de gotas juguetonas la atraviesan, y así mismo pasa con tu pelo, y tus manos. Tus zapatillas de tela (cómo no) se calan dejando tus pies helados, -¿Cómo puedes sentir tal sensación de calidez estando bajo un manto de agua fría?- pero no te importa. No te importa nada. Ahora mismo sólo estáis tú, y la lluvia. Y de repente, te descubres a ti misma sonriendo. Ni siquiera sabes cuándo ha surgido esa sonrisa, ni cómo; sólo sabes que está ahí, contigo. La lluvia ha llenado cada rincón de ti que estaba vacío -bastantes, por culpa de esta mediocre semana-, y sientes que serías capaz de quedarte ahí hasta el último segundo de tu vida.

Y ésta, señoras y señores, para mí es una de las mejores sensaciones que puede experimentar mi persona. Puedo parecer una lunática, pero creerme cuando os digo que si estuvierais en mi piel en esos momentos entenderíais por qué tanta importancia a algo que parece ser tan banal. Porque una sensación de absoluta libertad no se experimenta todos los días.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Mentira número 24: Tan sólo palabras

"Keep calm and carry on", reza mi fondo de pantalla. "Mantén la calma y continua", como traducción literal. ¿Quién dijo que las palabras no tenían vida? Porque, si eso fuera así, ¿cómo es posible que éstas me den fuerzas? Sí, en mi opinión, las palabras tienen energía. Energía con la que, la personas que las escribió, llenó cada una de estas palabras. Como lleno yo las mías. Como mimo yo cada letra que leéis. Tanto las cuido, que parecen formar parte de mí. Perdón... ¿de dicho "parecen"?

martes, 5 de marzo de 2013

Mentira número 23: Gris

Bien, parece que la lluvia, como siempre, ha decidido venir a darme un respiro. Después de esos derrumbes momentáneos y algo absurdos, mi mente por fin ha parado de moverse, salpicando y siendo, como poco, molesta. Por fin ha encontrado algo de estabilidad en todo este circo de pensamientos y hormonas revolucionadas.
Mi cabeza aún así no está del todo quieta; un poquito allí, en Barcelona, junto con mis expectativas. Otro poco allá, en él, con mis más dulces momentos y algo de amor ardiente. Otro poco aquí, entre exámenes, problemas ajenos y relaciones sociales, entre sonrisas y preocupaciones, entre tranquilidad y éxtasis, entre jazz y rock, entre las cálidas sábanas de mi cama y el mundo helado que ahí fuera acecha.
Pensamientos que se mueven como las nubes que hoy cubren Madrid, con ese movimiento lento, apenas perceptible, pero decisivo en mi estado de ánimo, en el clima que determinará el día de hoy.

Y el día de hoy es gris. Como mis ojos. Como mi alma. Como yo.

domingo, 3 de marzo de 2013

Mentira número 22: Gracias

Un grito ahogado intenta salir de ti. "Sálvame, por favor". Y cuando crees que nadie te oye, que nadie lo hará, aparece ella. Ella, como siempre, con su "¿Qué pasa, Ele?". Y te salva. Impide que te precipites en ese abismo insalvable.
Y te salva, una vez más.
Te salva. 

Mentira número 21: Es mi alma

De repente, todo se hace un nudo en tu estómago, y sube por tu garganta. Lloras. ¿Lloras? Según la definición de llorar no lo estás haciendo, pues no hay lágrima alguna. Pero es la misma sensación. El mismo dolor, los mismos gemidos, el mismo pecho oprimido.
Jamás he experimentado, por suerte o por desgracia, sensación más angustiosa que esa en la que quieres desesperadamente llorar, pero no consigues que ni una sola lágrima salga de tus ojos. Y yo, la experimento muy a menudo. No me sale llorar, pero quiero. Es como luchar contra el viento, como cuando quieres nadar en un sentido y la marea te arrastra bruscamente hacia el otro.
Y para colmo, esa canción. Esa canción que siempre me acompaña cuando lloro. Bueno... cuando mis ojos permanecen secos, pero la que llora es mi alma. 

Mentira número 20: "No one needs to be alone, oh, save me"

Para, por favor. Déjalo ya. Deja de cambiar de opinión a cada segundo que pasa. No puedes depender tanto de las personas que te importan, ¿me oyes?, no puedes. No puedes pretender recibir todo lo que das, porque no todos son como nosotras. No te pueden afectar tantísimo detalles tan insignificantes. No puedes ser tan vulnerable, tan débil. Querida cabeza, tampoco te pido tanto. Sólo que me des un respiro. Lo tienes todo para ser feliz, ellos te quieren, sabes que tienes a muchas personas que se preocupar por ti. Y aún así, ¿por qué me haces sentir de esta manera? ¿Por qué la constante sensación de no encontrar mi sitio? Me consume. Me consume todo esto, y me consume apenas tener motivos para sentirme así. Pero no puedo controlarlo. Es ella, ella todo el rato. Para, por favor.
Y es que aquí, mejor o peor, parece que todo le mundo sabe cuál es su rol. Todo el mundo parece tener su sitio, su función, su gente. Y yo debería, claro que debería. Entonces, ¿por qué estoy así otra vez? Porque no, eso no es nada nuevo. Esto es un pensamiento que intento ahogar, pero que sale a flote de vez en cuando junto con mis temores más oscuros.

Rodeada de gente y aún así... me siento sola. 

sábado, 2 de marzo de 2013

Mentira número 19: Felicidad

"Happiness". El título de la canción que ahora mismo escucho parece saber cómo me siento. Ha bastado una tarde con dos de las personas que ahora mismo me hacen más feliz.
Por un lado está Val, con su sonrisa y su cara de pan, con esas ganas de hablar, y de hablar, y de hablar (que parecen no agotarse nunca), con sus miles de historias y su implicación por mí. Perfecta a su manera.
Y luego está él. Mi él. Su brazos, su sonrisa, sus ojos caídos, su voz ronca, sus manos. Él. Poesía hecha carne. Es increíble, cómo un día tengo certeza de que esto acabará algún día, y al siguiente no todo está tan claro. Sé que no será eterno, pero... tardes como hoy sí me gustaría que fueran eternas. Él, eterno. Cálido. Dentro de mí.
De una cosa sí estoy completamente segura: sé que no le olvidaré nunca. Como le he dicho hoy, es una de las personas más nobles y más verdaderas que he conocido. Por todo lo que me ha enseñado y todo lo que me ha hecho vivir. No le pienso olvidar.
"Si la vida es realmente justa, no te me puedes ir" me dijo, mirándome a los ojos. Y como estas, mil palabras más, mil declaraciones más, cada una más sincera que la anterior... mi corazón en un puño. En su puño. Enlazado con el suyo, siendo uno, latiendo a la vez.
A estas alturas tengo mucho que agradecerle. A estas alturas él es demasiado, ha sido demasiado, y será.
No voy a negar que un par de oscuros pensamientos ronden ahora por mi mente, de esos insignificantes pero que duelen, pero, ¿sabéis algo? Mi felicidad puede con todos.

Mentira número 18: "El alma siempre hacia arriba"

Subes las escaleras del escenario. Son pocas, pero se te hacen eternas. Temes que los nervios te hagan poner un pie en falso, pero los utilizas como fuente de energía para seguir andando, con paso firme. Te colocas despacio en el centro, y subes la cabeza hasta que tu mirada se clava en el centro de la sala. Grandiosa. La primera imagen sobrecoge el corazón; el micrófono se yergue sobre ti, parece que te espera. De segunda plana, todas esas sombras quietas. El foco que ilumina tus ojos te impide distinguir la cara de todas esas personas, el gesto, sus facciones. Pero sabes que están ahí, esperándote. Esperándola a ella, más bien... a tu voz.
Empieza a sonar la música. Notas como te sudan las manos, pero intentas relajarte. Procuras imaginarte en tu propia habitación, sola... cosa que nunca funciona. Unos segundos para entrar. Subes la vista. El cosquilleo encima de tu diafragma juega a asustarte. Llega el momento de empezar. Entonces, aprietas fuerte las manos, y, aunque parecía imposible, tu voz sale. Sale, como sale el agua cuando se abren las compuertas de un canal en Ámsterdam. Sale, como el suspiro que has retenido en tu garganta durante unos segundos, en ese momento clave. Fluye. Se expande, vuela. La moldeas, la guías, aunque siempre será libre. Relajándola cuando es necesario, apretando fuerte para que salga como un trueno cuando hace falta, fuerte o un susurro, día o noche, oscura o resplandeciente.
Metida hasta lo más hondo de la canción, desaparece el resto del mundo cuando cantas. Sientes como si cada palabra fuera un hecho en ti, la vives, la palpas, la disfrutas. Cada nota, cada silencio, cada suspiro. Como varias veces me han dicho, "te transformas en otra persona". Todo lo que te rodea parece pararse a escucharte. En lo más profundo de ti hay paz. Los nervios han ido desapareciendo paulatinamente hasta dejar una sensación de... vaya, ¿cómo describir esa sensación? Creo que no existe una sola palabra que pueda hacerlo como se debe, pero utilizaré la que más se acerca: felicidad.
Increíble, ¿no? Soy feliz cuando canto. Soy absolutamente feliz. Es como si unas grandes alas brotaran de mis omóplatos y me permitieran elevarme más alto que las nubes. Yo siempre me he imaginado la sensación de volar así; exactamente igual que la sensación que experimento cuando canto.
Muy a tu pesar, la canción se acaba. Das la última nota, como cuando rebañas la última cucharada de tu plato favorito. La apuras al máximo, tanto la canción como tu felicidad.
Y entonces, estallan los aplausos. Algo parecido a una bomba... una bomba que te da la vida. Eternamente agradecida a todas y cada una de las manos que te ofrecen esos aplausos. Tu alma se llena por completo, se llena de una extraña energía, grande y brillante, como una estrella. Sólo te sale sonreír.
Un reto para mí es plasmar con palabras lo que siento en esa situación. Jamás lo conseguiré hacer de la forma perfecta, porque es imposible. Imposible expresarlo, imposible de plasmar. Es una pasión, un sueño.
Es mi vida.

viernes, 1 de marzo de 2013

Mentira número 17: Voz, del latín "vox"

¿Por qué me fallas ahora? Te necesito más que nunca, y aún así parece que te resistes a estar conmigo. Más bien, estás, pero rota. Te resquebrajas como las hojas en otoño, me abandonas poco a poca según transcurre la canción. ¿Por qué ahora? El tiempo se agota.
Es increíble lo que me haces falta. No ha sido necesario perderte para darme cuenta de lo imprescindible que eres en mí; lo sé desde que nací. Casi tan imprescindible como mi alma, como mi propio cerebro y todo lo que alberga. Porque poco sería de él si tú no estuvieras. Eres mi instrumento, eres el medio por el que me vacío, eres mi mejor forma de expresión. Todo lo que tengo para hacerme oír, para quererme, para seguir.
Y ahora me dueles. "¿Seguro que sólo es eso? ¿De verdad no te pasa nada más?" ¿Cómo que "sólo"? Ojalá pudierais entenderme. Es como si me fallara el mismísimo corazón.
Dejando de lado los dramas, sé que me recuperaré... pero cuando lo haga, tendrá que pasar mucho tiempo hasta que tenga de nuevo la oportunidad de subirme a ese escenario.