Bien, parece que la lluvia, como siempre, ha decidido venir a darme un respiro. Después de esos derrumbes momentáneos y algo absurdos, mi mente por fin ha parado de moverse, salpicando y siendo, como poco, molesta. Por fin ha encontrado algo de estabilidad en todo este circo de pensamientos y hormonas revolucionadas.
Mi cabeza aún así no está del todo quieta; un poquito allí, en Barcelona, junto con mis expectativas. Otro poco allá, en él, con mis más dulces momentos y algo de amor ardiente. Otro poco aquí, entre exámenes, problemas ajenos y relaciones sociales, entre sonrisas y preocupaciones, entre tranquilidad y éxtasis, entre jazz y rock, entre las cálidas sábanas de mi cama y el mundo helado que ahí fuera acecha.
Pensamientos que se mueven como las nubes que hoy cubren Madrid, con ese movimiento lento, apenas perceptible, pero decisivo en mi estado de ánimo, en el clima que determinará el día de hoy.
Y el día de hoy es gris. Como mis ojos. Como mi alma. Como yo.
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