jueves, 21 de marzo de 2013

Mentira número 32: Extraño

Esos días, en los que las ganas de escribir son inversamente proporcionales al saber qué decir. Esos días, como hoy.
"Estoy cansada" como respuesta a todo. Pero qué queréis que le haga, si es lo único que puedo decir, al menos ahora.
No sé, no sé qué pasa, no sé qué me pasa, ni qué ocurre dentro de mí. No sé nada. Sólo conozco esta sensación de estar constantemente irascible, más sensible de lo normal (si cabe), esa sensación en la que un constante nudo ocupa gran parte de tu pecho, esas constantes ganas de llorar.
Sorprendentemente, no llorar de tristeza. Simplemente llorar. Pero en una persona como yo, el hecho de que salgan las lágrimas es pedir demasiado. Así que tocará quedarse con esa presión acumulada que se niega a salir... una vez más.
Pero creedme cuando os digo que estoy bien. Estoy bien, de verdad que lo estoy. O, quizás la palabra más adecuada no sea "bien" -cosa que no implica que esté mal-, quizás sea más bien "en paz". Sí, estoy en calma, estoy tranquila.
Extraña semana. Quiero matizar que odio emplear este adjetivo, porque siento que no ejerce bien su función de describir el nombre al que se refiere, siento que da demasiadas alas a nuestra imaginación. Pero es que no hay mejor palabra que defina a esta semana... así que, imaginaos mi semana como queráis, pero imagináosla extraña. Muy extraña.
Menos mal, Dios Santo, menos mal que empiezan mis ansiadas vacaciones. No serán unas vacaciones hasta arriba de vida social y basadas en no pisar mi casa -como acostumbro a hacer en cuanto tengo unos días libres-, sino todo lo contrario. Mi pequeño pueblo y esa casa tan mágica, algo de campo y aire puro mezclados con mi familia más cercana. Descanso en estado puro. Lo único que necesito para estar bien. Bien, del todo.

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