lunes, 18 de marzo de 2013

Mentira número 30: And how to breathe

Cada día me duran menos los ataques de felicidad extrema y absoluta. Y de ésto no tiene la culpa nadie más que yo.
Y aquí me hallo, una vez más, gritándole a mi cabeza a base de silencios ahogados que pare. Que pare de pensar, que lo deje, que no se mueva más. Por favor.
Y aquí me hallo, una vez más, preocupándoles a todos y sin saber contestar a sus "¿Qué te pasa?". Pero, si a ellos les duele que no haya una respuesta, imaginad cómo me duele a mí.
Y, supongo, que cuando no pasa nada, no hay nada que hacer. Supongo, que sólo me queda esperar, aunque no sin miedo a mañana, a cómo amanecerá está cabeza mía, que tanto me duele, que tanto me cuida.
Y ahora siento cómo mil pensamientos estallan en mi cabeza, todos concentrados en un sólo punto... así es imposible definir cada uno, poder entenderlos y poder calmarlos. Así que esperaré a que, como el en Big Bang, después del gran estallido cada uno se vaya separando más y más.
Y entonces, los ordenaré y tiraré a la basura los que me hagan daño.
Y qué bien suena decirlo, pero, diablos, que alguien me dé fuerzas para poder llevarlo a cabo.
Y...

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