Así que escribiré sobre toda la felicidad que ella enciende en mi pecho. Efímera, sí, pero plena. Plena como no he conocido una sensación parecida en todo el mundo. Plena como nadie me ha hecho sentir, jamás. Plena como sólo me hace sentir un pequeño gran ser amarillo.
Me habría gustado empezar este párrafo con un "lo que más me gusta de ella es", pero no sé ni si gustar es la palabra, ni si hay algo en ella que me "guste" más que el resto que la compone. Digamos que me llena. Me llenan sus grandes ojos marrones de gato callejero, a través de los cuales puedo ver ruinas, y luz, y ruinas, y uno de los artes más bonitos que he visto jamás. Me llenan sus manos, nerviosas a veces. Me llena su pelo y rebelde y de un color imposible -podríamos decir en este caso que el pelo es el reflejo del alma-. Me llena su habitación porque está impregnada de ella hasta en el más mínimo detalle. Me llena sentarme con ella en un parque una tarde cualquiera y terminar mentalmente cansada de andar por la inmensidad de nuestras cabezas durante horas, y horas. Me llenan hasta los silencios cuando estoy con ella. Me llena saber que mientras ella esté ahí, yo nunca estaré sola.
Y al fin y al cabo eso son los amarillos, ¿no? Personas tan, tan aferradas a tu alma que ya son parte de ella. Personas por las que sonríes, lloras, mueres. Personas que te han salvado de morir ahogada, aunque eh, a veces hay que ahogarse para ver qué hay en el fondo. Y el fondo del alma de mi amarilla es un tesoro que nadie comprende. Un tesoro inmenso y puro, un tesoro que yo tengo el privilegio de descubrir poco a poco y que jamás me cansaré de cazar.
Jamás existirán suficientes palabras para que consigáis entender el por qué de todo esto, de por qué la quiero tanto y la llevo tan dentro. Digamos que soy algo egoísta, que la hago sonreír porque necesito esa sonrisa para mí.
Estoy contigo, Meow. Siempre, siempre que te consuma la rabia. Y cuando veas la superficie y consigas coger aire, también estaré ahí.
No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.
Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el ciento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento
porque no estás sola,
porque te quiero.
-Mario Benedetti
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