Ahora su olor está aún en mis manos. Siempre me ha inquietado la idea de que él esté tan dentro sin ninguna razón de peso. Quizás sea porque es capaz de sacarme de mi mundo durante un rato, para empaparme del suyo. Y quizás sea, porque su mundo, me encanta.
Madrid siempre es testigo de nuestro pacto. Él me hace olvidar cualquier fantasma durante una tarde entera, y yo le hago un hueco muy hondo aquí, en la cabeza.
Cierto es que hoy quizás las ganas de escribir estén ausentes, pero siento que necesitaba dejar algo de su rastro en este sitio tan mío como su mano enredada con la mía cuando tengo suerte.
Sigo sin entender cómo puede ser tan importante, aunque realmente me da igual no entender nada mientras él se asome de vez en cuando a mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario