Mientras ella alzaba la voz sólo había un único pájaro en mi cabeza. El de "ojalá pudieras entender por un sólo momento cómo me siento ahora". Que la adolescencia, no es nada comparado con lo que llevo a cuestas.
Que no son hormonas, no es amor de niños, no la pubertad floreciendo en mi cuerpo, no son las clases, ni los parques, ni tontear con las drogas.
Que no es nada de eso.
Que es algo aquí dentro incomprensiblemente incorpóreo teniendo en cuenta lo fuerte que se siente. Que son todos los fantasmas encerrados a fuerza en una jaula de la que no poseo la llave. Que no tenéis ni idea.
Y que por mucho que explotéis vuestra experiencia no os servirá de nada, pues dudo mucho que hayáis vivido una adolescencia como esta. Una guerra como esta, un naufragio como este.
Que se hace tan intenso que a veces no puedo soportarlo
y me rompo un poco más cada madrugada.
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