Creo que hay ciertos sentimientos en la vida a los que, a pesar de ser padecidos a menudo, nunca conseguiré acostumbrarme. Y quizás haya sido esta frase un simple preámbulo para soltaros ahora que no soporto ser presa de una eterna montaña rusa.
A pesar de llevar así ya prácticamente dos años, jamás me haré a la experiencia de empezar una tarde gris con la mente gris, y terminarla entre sonrisas inconscientes e inevitables.
Es curioso que todas las tardes en las que nada ni nadie conseguía deshacerme ese constante nudo en el pecho se hallan convertido en tardes en las que la rabia en el tórax es imposible de mantener por al menos dos horas. Porque desaparece, como diciendo "no puedo estar aquí más tiempo, ya lo estuve suficiente".
Y qué razón. Hubo tanto mierda en mí que ahora parece que no puede entrar más. Durante cuánto tiempo, me da igual. Cuánto durará esto, poco me importa.
No abriré guerras internas mientras se me estén curando las heridas.
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