Son demasiadas personas las que se van. Demasiadas personas con demasiado de mí en ellas, y no es justo. Supongo que sabía a lo que me enfrentaba cuando les dí todo aquello, aunque es cierto que jamás imaginé que serían capaces de marcharse así. Dejándome con las manos absolutamente vacías y con el ala bien, bien rota.
Y en este nuevo capítulo, en quién confiar. Si me han enseñado más que de sobra que nada es suficiente para afianzar que no me harán daño, que no me pueden volver a romper aquí dentro. Qué hago ahora, a quién la cal y a quién la arena.
Sé que me quedan muchas piedras con las que tropezar, lo que no sé es si este corazón será capaz de soportarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario