Quizás una canción, quizás unas cuantas palabras colocadas en el orden perfecto y adecuado, quizás un día de lluvia o quizás simplemente una cama que me espera porque sabe que adoro morirme en ella de vez en cuando.
Constantemente juego a saber qué busco, dónde me encuentro y qué me rodea. Lo fastidiado es que a veces llega ese "cruci" y todo se vuelve borroso. Otra vez.
Los rostros, los lugares y los días que no hacen más que volar, y no precisamente a mi lado. Las notas de mi piano suenan distorsionadas porque la tinta de las corcheas en la partitura se corrieron con el agua de unas lágrimas que no llevan ningún sentimiento tatuado. O los llevan todos. O no hay lágrimas porque no quieren salir de aquí dentro, quizás por miedo a congelarse.
El caso es que se me han descolocado las preposiciones y los recursos que se supone le dan sentido a esta cabeza de estropajo -¿os habéis parado a observar un estropajo? miles y miles de finos hilos plateados absolutamente enredados entre sí- harta de limpiarse de recuerdos.
Supongo que ahora me tocará volver al campo de batalla a luchar contra el tiempo y sus asquerosos secuaces. que se han propuesto hacer de este septiembre el mes más extraño del mundo.
Una canción, un poema, un día de lluvia, mi cama.
Divagaciones y fugas de unos pájaros que están quizás cansados de merodear por el mismo cielo de siempre.
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