Incompleta. Quizás sea ahora mismo uno de los mejores adjetivos que me definen. No triste, no feliz, simplemente, incompleta. Un vacío de tamaño considerable dentro de mí que nunca, nunca se llena. Si lo de alrededor palpita, y rebosa, quizás ese vacío duele menos. Pero llegan épocas de sequía y el vacío grita, y pide algo -que aún desconozco-, y empieza a hacerse de notar, y araña, y escuece. Y ojalá fuera evitable, pero llevo quince años intentando llenarme, y ha sido en vano.
Por suerte aparecen pequeños haces de luz y esperanza, que provocan una sensación -falsa- de plenitud -efímera-.
Pero como siempre y por desgracia, los fantasmas son más fuertes que los pájaros. El hastío gana el pulso a las sonrisas, aunque todo es cíclico.
Y ahora me encuentro en un punto muerto del ciclo. Y quiero resaltar ese adjetivo.
Ni bien, ni mal. Muerta.
"muchachas con el rostro hacia las nubes para que el chaparrón borre por fin las lágrimas" -M. Benedetti
viernes, 31 de mayo de 2013
martes, 28 de mayo de 2013
Mentira número 70: Bajo cero
Tenía que pasar. Era inevitable y yo no soy tan fuerte. ¿Titanio? Vamos, ¿a quién pretendes engañar? Eres puro cristal, y lo sabes.
Quizás debería dar más, o quizás doy demasiado. Pero es que es imposible encontrarse si cuando consigues ver un ápice de ti, la sombra se va corriendo y te quedas así, vacía.
Estoy más perdida que nunca, como siempre. Estoy parada en medio de un desierto de lluvia constante y mi piel de papel se deshace, mientras mi corazón estalla, y se muere por volar.
Decidme qué hago ahora, qué me queda.
No entiendo el idioma de mis ojos, no entiendo a Mayo y no entiendo ésta vida líquida.
Y me consume no entender nada.
Quizás debería dar más, o quizás doy demasiado. Pero es que es imposible encontrarse si cuando consigues ver un ápice de ti, la sombra se va corriendo y te quedas así, vacía.
Estoy más perdida que nunca, como siempre. Estoy parada en medio de un desierto de lluvia constante y mi piel de papel se deshace, mientras mi corazón estalla, y se muere por volar.
Decidme qué hago ahora, qué me queda.
No entiendo el idioma de mis ojos, no entiendo a Mayo y no entiendo ésta vida líquida.
Y me consume no entender nada.
lunes, 27 de mayo de 2013
Mentira número 69: Jóvenes eternamente
"You can never say never while we don't know when,
but time and time again,
younger now than we were before.
Don't let me go."
Los días buenos y seguidos nunca son demasiados. La locura de estas últimas semanas está desembocado en una curiosa felicidad tan pura que asusta. El cuento se escribe por sí sólo; yo simplemente paso las páginas, y veo como las pastas del libro se desgastan.
Una avanzada primavera me acompaña en este extraño -maldito adjetivo- mes de Mayo. El polen me pone los ojos rojos y el alma entre la espada y la pared, aunque el que aflojaba está empezando a ganar al tirador -de tirar-. Yo doy vueltas en un círculo tan vicioso que el vicio se ha vuelto ya rutina en este corazón de cristal, pero últimamente los cristales duelen menos en la piel. Será el cambio que me sorprende gratamente, será el azul del cielo, serás tú entre mis piernas o las hormonas en la estratosfera; el caso es que la herida ha dejado de escocer por algunos días -una milésima de segundo-, y el caso es, que me encanta.
Por supuesto y sirviendo de precedente, no hay rosa sin sus espinas, mayores o menores, eso da igual, son todas igual de venenosas -o casi-. He vuelto a darme un cabezazo contra la misma pared de siempre. Demonios, que alguien la quite de ahí. Supongo que sólo me queda aprender y dejar de ser tan ingenua, apartar las almas gemelas y poner un poco los pies en la Tierra -eh, he dicho un poco-. Mi idiotez ha vuelto a demostrar que alcanza límites insospechados; la decepción ha vuelto a hacer mella en mí, y la culpa no pertenece a nadie que no sea yo.
Lo que sigo sin tener claro es si quiero que todo cambie. Piénsalo, Little, tres meses y la rutina que hoy conoces se habrá transformado por completo...
y para siempre.
sábado, 25 de mayo de 2013
Mentira número 67: Like him
A veces la cabeza, de tanto girar se encuentra con su propio principio, como trucha que se muerde la cola. A veces, de tanto moverse baila, y de tanto sangrar escribe, y grita, y canta. A veces hay días buenos, como esos. A veces aparece esa persona que de tan olvidada tenía polvo en sus hombros; olvidada en tu rutina, pero no en tu cabeza, nunca en tu cabeza.
Entonces aparece, y te dice "¿Bajamos los dos? ¿Te atreves?". Y tú sonríes, y te agarras a su espalda, y comenzáis a volar encima de cuatro ruedas por las calles de Madrid. Cuando tienes miedo aprietas tu pecho contra él y cierras los ojos, muy fuerte, y el miedo se evapora. Las mariposas estallan en tus pulmones y los pájaros truenan, y revolotean, y no paran. Luego él se baja y te da la mano. Y luego le miras, y las palabras expiran en tus labios. Esas palabras...
Entonces aparece, y te dice "¿Bajamos los dos? ¿Te atreves?". Y tú sonríes, y te agarras a su espalda, y comenzáis a volar encima de cuatro ruedas por las calles de Madrid. Cuando tienes miedo aprietas tu pecho contra él y cierras los ojos, muy fuerte, y el miedo se evapora. Las mariposas estallan en tus pulmones y los pájaros truenan, y revolotean, y no paran. Luego él se baja y te da la mano. Y luego le miras, y las palabras expiran en tus labios. Esas palabras...
No sabes cuánto te echaba de menos.
jueves, 23 de mayo de 2013
Mentira número 66: Compañero
Ahora miro hacia atrás y me veo ridícula. Ahora, ahora después de un mazazo de esos que da la vida, de esos de verdad.
Ese abrazo, esos cinco llantos fundiéndose en la rabia infinita que conlleva una pérdida injusta. Llorar hasta quedarse dormida, llorar al día siguiente, por la mañana y por la tarde. Llorar, por él y por ti, por tu madre y por verla hecha pedazos, por tu padre y por ese 'Gracias' que te regaló cuando menos te lo esperabas.
Tiempos difíciles y una buena persona que se va.
Tiempos difíciles y yo dándome cuenta de lo efímeros que somos. Y duele mucho, no sabéis cuanto. Pero la vida sigue, dos microsegundos más pero sigue.
Sé que no voy a cambiar, pero algo en mí me dice que esto me ha enseñado algo, algo grande.
Que la vida puede ser maravillosa.
Y corta; y maravillosa.
"Sus niñas... las niñas de Alberto. Os quería muchísimo."Y nosotras a él. Darse cuenta de que la vida es injusta nunca es fácil. Un primer funeral nunca es fácil, y un último adiós muchísimo menos. Cómo duelen las lágrimas ahora, cómo duele saber que se ha ido; para siempre. Esa persona que está ahí y nunca te planteas que puede irse, esa persona cariñosa y atenta, ese pedazo lejano que parece irrelevante pero que un día te quitan, y de repente se te para el corazón.
Ese abrazo, esos cinco llantos fundiéndose en la rabia infinita que conlleva una pérdida injusta. Llorar hasta quedarse dormida, llorar al día siguiente, por la mañana y por la tarde. Llorar, por él y por ti, por tu madre y por verla hecha pedazos, por tu padre y por ese 'Gracias' que te regaló cuando menos te lo esperabas.
Tiempos difíciles y una buena persona que se va.
Tiempos difíciles y yo dándome cuenta de lo efímeros que somos. Y duele mucho, no sabéis cuanto. Pero la vida sigue, dos microsegundos más pero sigue.
Sé que no voy a cambiar, pero algo en mí me dice que esto me ha enseñado algo, algo grande.
Que la vida puede ser maravillosa.
Y corta; y maravillosa.
martes, 21 de mayo de 2013
Mentira número 65: Púrpura
En el momento en el que el pilar fundamental se hace añicos. En el momento en el que la clave de la bóveda sucumbe a la gravedad y se estalla contra el suelo. En el momento en el que no hay un 'torres más altas han caído' que valga; llega ese momento, y te sientes tan pequeña...
Supongo que ver cómo aquella que te ha llevado de su mano se deshace en lágrimas en tu hombro no es fácil. Sentir cómo el dulce hogar se torna amargo duele, y descoloca siendo una de las bases tan fundamentales en mí. Pero curioso es cómo reaccionamos cuando sabemos que no queda otra que tirar del carro; curioso es, cómo agotadas las fuerzas y rota el alma, eres capaz de esbozar una enorme sonrisa. Por ella.
Paralelo a todo -más bien perpendicular, y secante, y de todas las formas posibles-, el destino parece haberse propuesto sorprenderme; y, para variar, lo consigue.
A pesar de todo y sin que sirva de precedente, en mí late algo positivo, como diciendo 'todo, va a salir bien.'
Todo va a salir bien.
Todo va a salir bien.
Todo va a salir bien.
Supongo que ver cómo aquella que te ha llevado de su mano se deshace en lágrimas en tu hombro no es fácil. Sentir cómo el dulce hogar se torna amargo duele, y descoloca siendo una de las bases tan fundamentales en mí. Pero curioso es cómo reaccionamos cuando sabemos que no queda otra que tirar del carro; curioso es, cómo agotadas las fuerzas y rota el alma, eres capaz de esbozar una enorme sonrisa. Por ella.
Paralelo a todo -más bien perpendicular, y secante, y de todas las formas posibles-, el destino parece haberse propuesto sorprenderme; y, para variar, lo consigue.
A pesar de todo y sin que sirva de precedente, en mí late algo positivo, como diciendo 'todo, va a salir bien.'
Todo va a salir bien.
Todo va a salir bien.
Todo va a salir bien.
Mentira número 64: Me tienes calado
Es cierto que tan sólo un diez por ciento de la felicidad de una persona depende de factores externos. Es cierto que siempre hay fuerzas para levantarse, y que la profundidad a la que te hundas depende mayoritariamente de cuánto quieres que pese tu alma, o de si quieres que vuele. Es cierto que a veces pedimos a gritos que aparezca alguien, y cuando lo hace nos damos cuenta de que somos absoluta y terriblemente nosotros, absoluta y terriblemente las pesadillas, que nos transforman. Es cierto que gran parte de la angustia se resume a cómo afrontas la bala...
Pero también es cierto, que una llamada telefónica de la persona menos esperada puede hacer que el pozo se haga un poco menos profundo, y más brillante la luz de la luna.
Me gusta pensar que siempre habrá alguien que me salve.
Me aterroriza pensar que quizás nunca podré gritar eso de
Pero también es cierto, que una llamada telefónica de la persona menos esperada puede hacer que el pozo se haga un poco menos profundo, y más brillante la luz de la luna.
Me gusta pensar que siempre habrá alguien que me salve.
Me aterroriza pensar que quizás nunca podré gritar eso de
"A mí nadie me salvó la vida"
lunes, 20 de mayo de 2013
Mentira número 63: I might break
Esto es definitivamente insano.
Un fin de semana perfecto, una mañana de lunes sorprendiendo gratamente aunque mejorable -siempre, todo es mejorable-, y entonces llega la tarde -aunque no antes de una clase de baile de esas que curan- y vuelven los fantasmas. Apenas os habéis ido durante tres días, Santo Dios, darme un puto respiro. Me estáis matando, ¿no lo véis?
Maldita impotencia. De esa que pesa en las mejillas y en las ojeras, de esa que por quitar, quita hasta las ganas de escribir bien. Un loquesalga, de ésos; de ésos.
Un absoluto agotamiento tanto físico como mental me abraza y no me suelta, pero lo mejor de todo es que aún me queda una curiosa noche en vela. Curiosa porque si encuentro una forma de superarla sin volverme completamente loca, será un milagro.
Ojalá os pudiera escribir cómo me siento ahora, pero no lo sé ni yo. Sé que en mí hay un vacío gris en erupción, hasta puedo sentirlo físicamente -asusta-, pero no entiendo su sentido ni consigo comprender su idioma, aunque las voces lo cesan.
En fin, poco puedo hacer yo más que vaciar un poquito de mí en este sitio. Supongo que ahora toca irse vacía a la cama, a pesar de que a gritos pedí que no dejaran que pasara una vez más.
Un fin de semana perfecto, una mañana de lunes sorprendiendo gratamente aunque mejorable -siempre, todo es mejorable-, y entonces llega la tarde -aunque no antes de una clase de baile de esas que curan- y vuelven los fantasmas. Apenas os habéis ido durante tres días, Santo Dios, darme un puto respiro. Me estáis matando, ¿no lo véis?
Maldita impotencia. De esa que pesa en las mejillas y en las ojeras, de esa que por quitar, quita hasta las ganas de escribir bien. Un loquesalga, de ésos; de ésos.
Un absoluto agotamiento tanto físico como mental me abraza y no me suelta, pero lo mejor de todo es que aún me queda una curiosa noche en vela. Curiosa porque si encuentro una forma de superarla sin volverme completamente loca, será un milagro.
Ojalá os pudiera escribir cómo me siento ahora, pero no lo sé ni yo. Sé que en mí hay un vacío gris en erupción, hasta puedo sentirlo físicamente -asusta-, pero no entiendo su sentido ni consigo comprender su idioma, aunque las voces lo cesan.
En fin, poco puedo hacer yo más que vaciar un poquito de mí en este sitio. Supongo que ahora toca irse vacía a la cama, a pesar de que a gritos pedí que no dejaran que pasara una vez más.
sábado, 18 de mayo de 2013
Mentira número 62: Redondo
¿Recordáis aquel vacío que siempre menciono sólo se llena muy ocasionalmente? Bien, pues hoy, desde que he abierto los ojos hasta que me he perdido entre las sábanas de mi cama, ha rebosado.
Quizás haya sido la lluvia.
Quizás haya sido ese escenario; sentirme parte de algo que todas formamos, un sólido bloque que arrasa hecho con trabajo, talante, talento, y pegado con el pegamento de ese especial cariño que tan sólo la música forja. Quizás haya sido llevarme dos pequeños trofeos y una medalla, aunque lo más grande que me llevo es uno de esos abrazos colectivos, esas risas, la tensión que se enredaba igual que nuestro pelo, entre las cuatro paredes del camerino, la confianza, las miradas de complicidad y todo el tiempo que hemos pasado juntas. Quizás haya sido el hecho de que durante dos horas, me he sentido sumida en una felicidad plena que hacía mucho tiempo que o experimentaba.
O quizás haya sido él. Él apareciendo de la nada como de costumbre, y aún así causando en mí el mismo éxtasis. Él, con esas palabras que aún siendo escasas, se clavan bien dentro. Él con su inolvidable, él en mis canciones y en mi cabeza. Él, todo el rato y casi nunca. Él, ¿qué tendrá él, que tanto me ha marcado? Quién sabe.
Ahora borro de mis ojos los restos de un maquillaje escénico, aunque difícil será borrar de mi alma tantas sensaciones -y tan buenas- juntas.
Por fin las nubes se dispersan para dejarme ver aunque sea un ápice de ese sol que tanto echaba ya de menos.
Quizás haya sido la lluvia.
Quizás haya sido ese escenario; sentirme parte de algo que todas formamos, un sólido bloque que arrasa hecho con trabajo, talante, talento, y pegado con el pegamento de ese especial cariño que tan sólo la música forja. Quizás haya sido llevarme dos pequeños trofeos y una medalla, aunque lo más grande que me llevo es uno de esos abrazos colectivos, esas risas, la tensión que se enredaba igual que nuestro pelo, entre las cuatro paredes del camerino, la confianza, las miradas de complicidad y todo el tiempo que hemos pasado juntas. Quizás haya sido el hecho de que durante dos horas, me he sentido sumida en una felicidad plena que hacía mucho tiempo que o experimentaba.
O quizás haya sido él. Él apareciendo de la nada como de costumbre, y aún así causando en mí el mismo éxtasis. Él, con esas palabras que aún siendo escasas, se clavan bien dentro. Él con su inolvidable, él en mis canciones y en mi cabeza. Él, todo el rato y casi nunca. Él, ¿qué tendrá él, que tanto me ha marcado? Quién sabe.
Ahora borro de mis ojos los restos de un maquillaje escénico, aunque difícil será borrar de mi alma tantas sensaciones -y tan buenas- juntas.
Por fin las nubes se dispersan para dejarme ver aunque sea un ápice de ese sol que tanto echaba ya de menos.
viernes, 17 de mayo de 2013
Mentira número 61: Por más que duela
Verles ahí, a todos. Ver a los que un día fueron niños rechonchos e inexpertos, a las que un día fueron niñas con lazos en las coletas. Ver a los que un día me enseñaron a sumar y el abecedario; y darse cuenta de lo increíblemente rápido que pasa el tiempo. Que en dos parpadeos estarás tú ahí, en ese escenario, de cara a un frío mundo real. Que te irás de ese que ahora es tu dulce hogar, conocerás nuevos rostros y todo lo que esconden. Cambiará, claro que cambiará; todo, cambiará.
No quiero, no quiero crecer, no quiero seguir dando pasos, tan sólo quiero permanecer en este colchón hasta que se apague mi vida. Curioso, yo escribiendo ésto, yo que, como siempre han dicho mis padres, nací ya con cuatro años.
Pero es que todo se transforma a una velocidad vertiginosa y no sé si voy a ser capaz de soportarlo. Es que es un día que muere en una noche, y una noche que se deshace en un nuevo día, y así sucesivamente, ciclo tras ciclo, hasta que sucumbamos al abrazo de la agridulce muerte que nos hace suya.
Tristes confesiones en una niña de quince años con toda la vida por delante. Pero, ¿qué es la vida, más que un segundo que se escurre?
No quiero, no quiero crecer, no quiero seguir dando pasos, tan sólo quiero permanecer en este colchón hasta que se apague mi vida. Curioso, yo escribiendo ésto, yo que, como siempre han dicho mis padres, nací ya con cuatro años.
Pero es que todo se transforma a una velocidad vertiginosa y no sé si voy a ser capaz de soportarlo. Es que es un día que muere en una noche, y una noche que se deshace en un nuevo día, y así sucesivamente, ciclo tras ciclo, hasta que sucumbamos al abrazo de la agridulce muerte que nos hace suya.
Tristes confesiones en una niña de quince años con toda la vida por delante. Pero, ¿qué es la vida, más que un segundo que se escurre?
jueves, 16 de mayo de 2013
Mentira número 60: Pequeña sonrisa
Buenas noches.
Como si fueran pocos los fantasmas, van entrado otros fantasmas nuevos, grandes o pequeños, eso da igual; son fantasmas, y duelen todos por igual.
Estoy bien, estoy mal, río y estallo en sollozos, les quiero y les odio a todos, muero por momentos y resucito en segundos, vomito palabras, todo el rato, creo poesía y destruyo los pasos que mis pies van dejando sobre la piedra. No para, nunca para y no sé cómo aguantarlo, aunque a veces ni lo noto porque ya me he acostumbrado -mentira, una nunca se acostumbra a esto-.
Es curioso porque estaba bien hasta que ocho -qué curioso, ocho- palabras me han hecho estallar como una bomba de relojería llena de... de tantísimas cosas.
Y luego está Noah, a la que echo de menos. Y luego está GiveUp, al que echo de menos. Y luego estoy yo sonriendo, a la que también echo de menos.
Supongo que las cosas cambian y no me gusta, igual que a Ruv. Ella me entiende, a su manera. Ella ahora, ella a mi lado. Jamás pensé que sería ella, pero ahí está.
Mirad, miradlo. Una entrada y mi vagoneta ha subido y ha bajado veinte veces en la montaña rusa. Menos mal que hay una forma de que pare, aunque sea por tan sólo unas horas.
Basta con cerrar los ojos y hundirme entre mis sábanas...
Como si fueran pocos los fantasmas, van entrado otros fantasmas nuevos, grandes o pequeños, eso da igual; son fantasmas, y duelen todos por igual.
Estoy bien, estoy mal, río y estallo en sollozos, les quiero y les odio a todos, muero por momentos y resucito en segundos, vomito palabras, todo el rato, creo poesía y destruyo los pasos que mis pies van dejando sobre la piedra. No para, nunca para y no sé cómo aguantarlo, aunque a veces ni lo noto porque ya me he acostumbrado -mentira, una nunca se acostumbra a esto-.
Es curioso porque estaba bien hasta que ocho -qué curioso, ocho- palabras me han hecho estallar como una bomba de relojería llena de... de tantísimas cosas.
Tú y yo somos la sonrisa de Amélie.Es peculiar cómo la persona que menos te lo esperas puede hacer que te derrumbes con tocar sólo una partícula tuya. Es peculiar cómo cambian las cosas, cómo empiezo a ver las cosas claras en relaciones a las que apenas daba importancia.
Y luego está Noah, a la que echo de menos. Y luego está GiveUp, al que echo de menos. Y luego estoy yo sonriendo, a la que también echo de menos.
Supongo que las cosas cambian y no me gusta, igual que a Ruv. Ella me entiende, a su manera. Ella ahora, ella a mi lado. Jamás pensé que sería ella, pero ahí está.
Mirad, miradlo. Una entrada y mi vagoneta ha subido y ha bajado veinte veces en la montaña rusa. Menos mal que hay una forma de que pare, aunque sea por tan sólo unas horas.
Basta con cerrar los ojos y hundirme entre mis sábanas...
Me tienes calado.
miércoles, 15 de mayo de 2013
Mentira número 59: Y escribir, y escribir...
Quizás ésto no ha servido para nada más que para darme un poquito más de asco.
En mi pelo, vestigios de una tarde para olvidar. Entre mis dientes, restos de alcohol y rabia. En mi cabeza, bombas atómicas que juegan a estallar contra las paredes. Y yo, andando sobre una nueva noche que se dispone a morir y que así, como un círculo vicioso, mató a la noche de ayer -gracias a Dios- y que es gris, como lo que hay dentro de mí ahora mismo.
Dicen que todo pasa por algo y que de los errores se aprende. Dicen que después de la tempestad siempre llega la calma y que la luna siempre brilla en algún cielo. Y que en todo yin, hay un yang.
Bien, si consideramos un dolor de cabeza como un yang, mi yin no ha resultado ser tan malo. Bah, a quién pretendo engañar, ha sido todo yin y por mi culpa.
Pero lamentarse ahora no sirve de nada, lo hecho hecho está, quizás -y jode decir esto- hasta me ha venido bien.
Porque recuerdo que después de una de las peores tardes de mi vida, con el rímel corrido y el pelo enredado, con los pájaros de mi cabeza en éxtasis y cero energía física, sólo podía repetir una frase:
"Quiero escribir."
En mi pelo, vestigios de una tarde para olvidar. Entre mis dientes, restos de alcohol y rabia. En mi cabeza, bombas atómicas que juegan a estallar contra las paredes. Y yo, andando sobre una nueva noche que se dispone a morir y que así, como un círculo vicioso, mató a la noche de ayer -gracias a Dios- y que es gris, como lo que hay dentro de mí ahora mismo.
Dicen que todo pasa por algo y que de los errores se aprende. Dicen que después de la tempestad siempre llega la calma y que la luna siempre brilla en algún cielo. Y que en todo yin, hay un yang.
Bien, si consideramos un dolor de cabeza como un yang, mi yin no ha resultado ser tan malo. Bah, a quién pretendo engañar, ha sido todo yin y por mi culpa.
Pero lamentarse ahora no sirve de nada, lo hecho hecho está, quizás -y jode decir esto- hasta me ha venido bien.
Porque recuerdo que después de una de las peores tardes de mi vida, con el rímel corrido y el pelo enredado, con los pájaros de mi cabeza en éxtasis y cero energía física, sólo podía repetir una frase:
"Quiero escribir."
Mentira número 58: Carabollo
Dejaste que me deshiciera en lágrimas -y alcohol-, sin parar de acariciarme el pelo húmedo por la lluvia, diciéndome que todo iba a salir bien.
Dejaste que vomitara toda la mierda que llevaba dentro -en todos los sentidos-, sin separarte de mi lado.
Dejaste que me tambaleara sobre mis propios cimientos y que perdiera la mirada en el naranja horizonte, dándome un techo y mantas sobre las que poder morir a gusto para que luego tú, otra vez tú, me devolvieras a la vida.
Y ahora yo en esta terraza, que ya nos ha visto soñar antes, este frío que sabes tanto me gusta y tú, tú a centímetros de mí, una vez más, tú; una vez más, salvándome.
Tú con una fuerza sobrehumana cogiéndome cada vez que me desplomo, y el peso no es precisamente pequeño.
Míranos, sonriendo como idiotas a la tenue luz de pocos vatios y poca esperanza y sintiendo el frío, y las plateadas lágrimas que el cielo sangra.
Y después de todo queda sólo una palabra; ésa palabra.
Dejaste que vomitara toda la mierda que llevaba dentro -en todos los sentidos-, sin separarte de mi lado.
Dejaste que me tambaleara sobre mis propios cimientos y que perdiera la mirada en el naranja horizonte, dándome un techo y mantas sobre las que poder morir a gusto para que luego tú, otra vez tú, me devolvieras a la vida.
Y ahora yo en esta terraza, que ya nos ha visto soñar antes, este frío que sabes tanto me gusta y tú, tú a centímetros de mí, una vez más, tú; una vez más, salvándome.
Tú con una fuerza sobrehumana cogiéndome cada vez que me desplomo, y el peso no es precisamente pequeño.
Míranos, sonriendo como idiotas a la tenue luz de pocos vatios y poca esperanza y sintiendo el frío, y las plateadas lágrimas que el cielo sangra.
Y después de todo queda sólo una palabra; ésa palabra.
Juntas.
lunes, 13 de mayo de 2013
Mentira número 57: W
Y ahora qué. ¿Bajar otra vez? ¿Subir hasta el cielo de repente? Mi vida se resume en una constante montaña rusa. Y, ¿sabéis? Ha dejado de ser divertida.
Mas lo más grave de todo es que ya no hablamos de semanas, ni siquiera de días. Hablamos de horas entre las que la latitud sufre una gran diferencia. Hablamos de crestas que duran un minuto, de valles de sesenta segundos. Y os puedo asegurar desde aquí, desde lo más hondo de mi cabeza y gritando, que ésto es insoportable.
Y ojalá lo pudiera controlar, Dios Mío, daría lo que fuera. Pero no. Como diría Meow, los pájaros de mi cabeza no sólo revolotean, si no que hincan sus picos en las paredes de mi cráneo, y sangro. Sangro caras largas, palabras amargas -como éstas- y lágrimas que secan la piel, sangro unos cuantos "das asco" en frente del espejo, y canciones.
Pero qué mas da, si tan sólo bastará un segundo para que vuelva a sonreír, durante otro segundo más.
Mas lo más grave de todo es que ya no hablamos de semanas, ni siquiera de días. Hablamos de horas entre las que la latitud sufre una gran diferencia. Hablamos de crestas que duran un minuto, de valles de sesenta segundos. Y os puedo asegurar desde aquí, desde lo más hondo de mi cabeza y gritando, que ésto es insoportable.
Y ojalá lo pudiera controlar, Dios Mío, daría lo que fuera. Pero no. Como diría Meow, los pájaros de mi cabeza no sólo revolotean, si no que hincan sus picos en las paredes de mi cráneo, y sangro. Sangro caras largas, palabras amargas -como éstas- y lágrimas que secan la piel, sangro unos cuantos "das asco" en frente del espejo, y canciones.
Pero qué mas da, si tan sólo bastará un segundo para que vuelva a sonreír, durante otro segundo más.
domingo, 12 de mayo de 2013
Mentira número 56: Ave Fénix
Nuevo día. Domingo sin una sola nube, sol que ciega. Las heridas dicen se curan con el tiempo, aunque los fantasmas siempre vuelven. Ahora un balance de la tarde de ayer -tratando siempre de olvidar-, un olvido para la noche de hoy, un par de "te echo de menos", y levantarme. Porque no queda otra, porque la vida es puta y acuchilla, porque sí.
Si ya lo dijo Meow, ésto no es sano. No soy sana en mi cabeza, la enfermedad la consume y los fantasmas nunca se callan. Pero si he podido vivir con ello hasta ahora podré seguir. La opción de rendirme está presente, pero son tan grandes las ganas de vivir que hoy he decidido no hacerla caso.
Saldré fuera a mojarme, dicen que el frío calma el picor. Y después creceré,
Si ya lo dijo Meow, ésto no es sano. No soy sana en mi cabeza, la enfermedad la consume y los fantasmas nunca se callan. Pero si he podido vivir con ello hasta ahora podré seguir. La opción de rendirme está presente, pero son tan grandes las ganas de vivir que hoy he decidido no hacerla caso.
Saldré fuera a mojarme, dicen que el frío calma el picor. Y después creceré,
que ya va siendo hora.
sábado, 11 de mayo de 2013
Mentira número 55: Over
Siento haber venido aquí a decir esto, pero simplemente no tengo palabras para la tarde de hoy -tan sólo delirios-. Y si ya de por sí ha sido absolutamente destructora, en todos los sentidos, ahora que todo el mundo pague sus malhumores conmigo no ayuda. Porque os aseguro, que ahora mismo es lo que menos necesito. O lo único que necesito para hundirme más en el barro, según cómo lo miremos.
Con lo bien que había empezado la tarde...
viernes, 10 de mayo de 2013
Mentira número 54: Amélie
Estar en la cresta de la ola mirando al mundo poderosamente desde arriba, sin que apenas te de tiempo para mentalizarte de la caída que sucederá, al pozo más profundo de la rabia. En eso se resume mi vida, pero sobretodo, la tarde de hoy. Tarde que empezaba con una discusión, una llamada telefónica y yo llorando de pura impotencia, y terminaba con una reconciliación, saldando una cuenta pendiente de esas importantes, con mi pequeña hermana mayor.
Y es que es tan extremo el sentimiento y tan extrema yo, que tan sólo puede acabar de una manera; explosión. Pedazos de mí esparcidos por el suelo, codos heridos y un rímel que se deshace en mis ojos como agua turbia. Y ella, ella abrazándome, una vez más ella; siempre, ella.
Tanto me desgasta y tanta vida me da que ya no sé si me hace bien o mal, si veneno o antídoto, quizás todo a la vez.
Pero luego están ellos. Ellos para mí, haciendo que sonría cuando los motivos son escasos. Ellos, tardes de confesiones y secretos, tardes de delirios y éxtasis. Ahí están ellos una vez más, sacándome del pozo.
Hoy más que nunca, y quién sabe por qué, me doy cuenta de la cantidad de gente que tengo a mi alrededor, de los cuántos que me sirven y de los pocos que me salvan. Hoy más que nunca y como siempre yo aquí, en el mismo lugar de siempre, en esa ventana que me enseña la misma calle de siempre, el mismo cielo, aunque ahora vestido de Mayo.
Y luego está mi alma, como el mar; siempre el mismo pero nunca de la misma forma.
Y luego estoy yo,
Y es que es tan extremo el sentimiento y tan extrema yo, que tan sólo puede acabar de una manera; explosión. Pedazos de mí esparcidos por el suelo, codos heridos y un rímel que se deshace en mis ojos como agua turbia. Y ella, ella abrazándome, una vez más ella; siempre, ella.
Tanto me desgasta y tanta vida me da que ya no sé si me hace bien o mal, si veneno o antídoto, quizás todo a la vez.
Pero luego están ellos. Ellos para mí, haciendo que sonría cuando los motivos son escasos. Ellos, tardes de confesiones y secretos, tardes de delirios y éxtasis. Ahí están ellos una vez más, sacándome del pozo.
Hoy más que nunca, y quién sabe por qué, me doy cuenta de la cantidad de gente que tengo a mi alrededor, de los cuántos que me sirven y de los pocos que me salvan. Hoy más que nunca y como siempre yo aquí, en el mismo lugar de siempre, en esa ventana que me enseña la misma calle de siempre, el mismo cielo, aunque ahora vestido de Mayo.
Y luego está mi alma, como el mar; siempre el mismo pero nunca de la misma forma.
Y luego estoy yo,
al fin y al cabo
tan sólo polvo.
jueves, 9 de mayo de 2013
Mentira número 53: Sid
Jamás pensé que un primer abrazo podría resultarme tan cálido. Jamás imaginé que unos ojos mirados por primera vez me inspirarían tanta confianza. Y nunca pensé que unas primeras risas podrían ser tan sinceras.
Y yo le estremecía entre mis brazos, y seguía sin creerme que estuviera ahí con él, después de tanto tiempo. Dicen que las amistades a distancia no funcionan, y yo me río. Me río con él, juntos, por las calles de Madrid y haciendo que por un momento, desaparezca todo lo demás.
Jamás pensé que tras verle por primera vez, le echaría tanto de menos.
Sin duda ha sido un chute de energía importante, algo que no me viene nada mal ahora. Llega Mayo y viene pisando fuerte, con ese calor que tan poco me gusta, exámenes y un estrés rompedor flotando en el ambiente. Un fin de curso más y yo aquí, reflejándome en el cristal de mi ventana y sin saber muy bien, una vez más, qué pensar, ni a dónde ir. A veces me gustaría dejar de estar tan perdida, dejarme la piel entre las espinas de las rosas y volar. Pero son tan fuertes las cadenas que oprimen mis muñecas, tan fuertes....
Y yo le estremecía entre mis brazos, y seguía sin creerme que estuviera ahí con él, después de tanto tiempo. Dicen que las amistades a distancia no funcionan, y yo me río. Me río con él, juntos, por las calles de Madrid y haciendo que por un momento, desaparezca todo lo demás.
Jamás pensé que tras verle por primera vez, le echaría tanto de menos.
Sin duda ha sido un chute de energía importante, algo que no me viene nada mal ahora. Llega Mayo y viene pisando fuerte, con ese calor que tan poco me gusta, exámenes y un estrés rompedor flotando en el ambiente. Un fin de curso más y yo aquí, reflejándome en el cristal de mi ventana y sin saber muy bien, una vez más, qué pensar, ni a dónde ir. A veces me gustaría dejar de estar tan perdida, dejarme la piel entre las espinas de las rosas y volar. Pero son tan fuertes las cadenas que oprimen mis muñecas, tan fuertes....
lunes, 6 de mayo de 2013
Mentira número 52: De cualquiera
Curioso es cómo respondemos a tantos "¿Qué tal?", o al menos así lo veo yo. ¿Qué es bien? Si bien es la ausencia de tragedias o disgustos, supongo que estoy bien. Si bien es ser feliz, supongo que algo falla.
Felicidad presente en mi vida, aunque no plena. Nunca plena. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Qué me falta?, es decir, ¿qué pasa?
Y así pasan los días. Entre preguntas retóricas y sus retóricas respuestas inexistentes. Agota. Sinceramente, agota dolorosamente este vacío que sólo se llena muy, muy ocasionalmente.
Pero estoy bien así.
Ay demonios, Primavera ven, y lléname este vacío de mariposas, o de calor, o de cualquier cosa que pueda sentir.
Felicidad presente en mi vida, aunque no plena. Nunca plena. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Qué me falta?, es decir, ¿qué pasa?
Y así pasan los días. Entre preguntas retóricas y sus retóricas respuestas inexistentes. Agota. Sinceramente, agota dolorosamente este vacío que sólo se llena muy, muy ocasionalmente.
Pero estoy bien así.
Ay demonios, Primavera ven, y lléname este vacío de mariposas, o de calor, o de cualquier cosa que pueda sentir.
domingo, 5 de mayo de 2013
Mentira número 51: Entre Tejados
Siempre cuesta salir de ese pequeño y mágico sitio donde el tiempo no pasa y volver a la gris rutina que Madrid me ofrece. Pero supongo que es lo que hay que hacer. Lo que hay que hacer, curiosa expresión. ¿Quién dicta lo que hay que hacer? Creo que todo el mundo conoce la respuesta y aún así nadie se atreve ni a decirla ni a llevarla a cabo. Es uno mismo el que decide qué tiene que hacer, se lo crean -quieran creérselo- o no.
Volviendo al principio -al tema-, esta breve estancia en mi querido baúl de los recuerdos me ha dado tiempo para pensar, descansar y, lo más importante de todo, desconectar. Es curioso; siempre que me voy a ese trocito de Castilla, lugar encantado por el recuerdo, al regresar experimento dos contrarias sensaciones: por un lado, es como si hubiera emprendido un viaje alrededor del mundo de ochenta días, me cuesta -relativamente- conectar otra vez con esta abrumadora realidad. Por otro, todo sigue igual. Terrorífica, tranquilizadora y vulgarmente igual.
Mañana me espera un lunes más de tantos, aunque espero que este querido Mayo decida hacérmelo un poco más interesante. Una vez más el tiempo dirá, y ésta pequeña embustera huye a uno de los pocos sitios en los que éste querido tiempo parece acariciar en vez de arañar; mi cama.
Volviendo al principio -al tema-, esta breve estancia en mi querido baúl de los recuerdos me ha dado tiempo para pensar, descansar y, lo más importante de todo, desconectar. Es curioso; siempre que me voy a ese trocito de Castilla, lugar encantado por el recuerdo, al regresar experimento dos contrarias sensaciones: por un lado, es como si hubiera emprendido un viaje alrededor del mundo de ochenta días, me cuesta -relativamente- conectar otra vez con esta abrumadora realidad. Por otro, todo sigue igual. Terrorífica, tranquilizadora y vulgarmente igual.
Mañana me espera un lunes más de tantos, aunque espero que este querido Mayo decida hacérmelo un poco más interesante. Una vez más el tiempo dirá, y ésta pequeña embustera huye a uno de los pocos sitios en los que éste querido tiempo parece acariciar en vez de arañar; mi cama.
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