Como si fueran pocos los fantasmas, van entrado otros fantasmas nuevos, grandes o pequeños, eso da igual; son fantasmas, y duelen todos por igual.
Estoy bien, estoy mal, río y estallo en sollozos, les quiero y les odio a todos, muero por momentos y resucito en segundos, vomito palabras, todo el rato, creo poesía y destruyo los pasos que mis pies van dejando sobre la piedra. No para, nunca para y no sé cómo aguantarlo, aunque a veces ni lo noto porque ya me he acostumbrado -mentira, una nunca se acostumbra a esto-.
Es curioso porque estaba bien hasta que ocho -qué curioso, ocho- palabras me han hecho estallar como una bomba de relojería llena de... de tantísimas cosas.
Tú y yo somos la sonrisa de Amélie.Es peculiar cómo la persona que menos te lo esperas puede hacer que te derrumbes con tocar sólo una partícula tuya. Es peculiar cómo cambian las cosas, cómo empiezo a ver las cosas claras en relaciones a las que apenas daba importancia.
Y luego está Noah, a la que echo de menos. Y luego está GiveUp, al que echo de menos. Y luego estoy yo sonriendo, a la que también echo de menos.
Supongo que las cosas cambian y no me gusta, igual que a Ruv. Ella me entiende, a su manera. Ella ahora, ella a mi lado. Jamás pensé que sería ella, pero ahí está.
Mirad, miradlo. Una entrada y mi vagoneta ha subido y ha bajado veinte veces en la montaña rusa. Menos mal que hay una forma de que pare, aunque sea por tan sólo unas horas.
Basta con cerrar los ojos y hundirme entre mis sábanas...
Me tienes calado.
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