viernes, 17 de mayo de 2013

Mentira número 61: Por más que duela

Verles ahí, a todos. Ver a los que un día fueron niños rechonchos e inexpertos, a las que un día fueron niñas con lazos en las coletas. Ver a los que un día me enseñaron a sumar y el abecedario; y darse cuenta de lo increíblemente rápido que pasa el tiempo. Que en dos parpadeos estarás tú ahí, en ese escenario, de cara a un frío mundo real. Que te irás de ese que ahora es tu dulce hogar, conocerás nuevos rostros y todo lo que esconden. Cambiará, claro que cambiará; todo, cambiará.
No quiero, no quiero crecer, no quiero seguir dando pasos, tan sólo quiero permanecer en este colchón hasta que se apague mi vida. Curioso, yo escribiendo ésto, yo que, como siempre han dicho mis padres, nací ya con cuatro años.
Pero es que todo se transforma a una velocidad vertiginosa y no sé si voy a ser capaz de soportarlo. Es que es un día que muere en una noche, y una noche que se deshace en un nuevo día, y así sucesivamente, ciclo tras ciclo, hasta que sucumbamos al abrazo de la agridulce muerte que nos hace suya.
Tristes confesiones en una niña de quince años con toda la vida por delante. Pero, ¿qué es la vida, más que un segundo que se escurre?

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