En el momento en el que el pilar fundamental se hace añicos. En el momento en el que la clave de la bóveda sucumbe a la gravedad y se estalla contra el suelo. En el momento en el que no hay un 'torres más altas han caído' que valga; llega ese momento, y te sientes tan pequeña...
Supongo que ver cómo aquella que te ha llevado de su mano se deshace en lágrimas en tu hombro no es fácil. Sentir cómo el dulce hogar se torna amargo duele, y descoloca siendo una de las bases tan fundamentales en mí. Pero curioso es cómo reaccionamos cuando sabemos que no queda otra que tirar del carro; curioso es, cómo agotadas las fuerzas y rota el alma, eres capaz de esbozar una enorme sonrisa. Por ella.
Paralelo a todo -más bien perpendicular, y secante, y de todas las formas posibles-, el destino parece haberse propuesto sorprenderme; y, para variar, lo consigue.
A pesar de todo y sin que sirva de precedente, en mí late algo positivo, como diciendo 'todo, va a salir bien.'
Todo va a salir bien.
Todo va a salir bien.
Todo va a salir bien.
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