but time and time again,
younger now than we were before.
Don't let me go."
Los días buenos y seguidos nunca son demasiados. La locura de estas últimas semanas está desembocado en una curiosa felicidad tan pura que asusta. El cuento se escribe por sí sólo; yo simplemente paso las páginas, y veo como las pastas del libro se desgastan.
Una avanzada primavera me acompaña en este extraño -maldito adjetivo- mes de Mayo. El polen me pone los ojos rojos y el alma entre la espada y la pared, aunque el que aflojaba está empezando a ganar al tirador -de tirar-. Yo doy vueltas en un círculo tan vicioso que el vicio se ha vuelto ya rutina en este corazón de cristal, pero últimamente los cristales duelen menos en la piel. Será el cambio que me sorprende gratamente, será el azul del cielo, serás tú entre mis piernas o las hormonas en la estratosfera; el caso es que la herida ha dejado de escocer por algunos días -una milésima de segundo-, y el caso es, que me encanta.
Por supuesto y sirviendo de precedente, no hay rosa sin sus espinas, mayores o menores, eso da igual, son todas igual de venenosas -o casi-. He vuelto a darme un cabezazo contra la misma pared de siempre. Demonios, que alguien la quite de ahí. Supongo que sólo me queda aprender y dejar de ser tan ingenua, apartar las almas gemelas y poner un poco los pies en la Tierra -eh, he dicho un poco-. Mi idiotez ha vuelto a demostrar que alcanza límites insospechados; la decepción ha vuelto a hacer mella en mí, y la culpa no pertenece a nadie que no sea yo.
Lo que sigo sin tener claro es si quiero que todo cambie. Piénsalo, Little, tres meses y la rutina que hoy conoces se habrá transformado por completo...
y para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario